Jueves 12 de marzo de 2020, p. 31
Dormir mal o no dormir durante tres noches a la semana y por tres meses es insomnio crónico, padecimiento presente en 20 por ciento de los mexicanos y por el cual los afectados pierden 21 días de productividad cada año, afirmó Alejandro Jiménez Genchi, presidente de la Academia Mexicana de Medicina del Dormir.
Las consecuencias del mal dormir son diversas, pero destaca el riesgo dos veces mayor de desarrollar depresión con respecto al resto de la población. La falta de sueño también se relaciona con males como obesidad, diabetes e hipertensión arterial, explicó.
En conferencia con motivo del Día Mundial del Sueño (que se celebra el 13 de marzo), indicó que el problema aumenta con la edad, de tal manera que a partir de los 45 años, 24 por ciento de los hombres y una tercera parte de las mujeres sufren de insomnio. Añadió que se desconoce la causa del padecimiento, pero pueden influir diversos factores, desde deficiente higiene del sueño y exceso de preocupaciones, hasta un componente hereditario.
Alrededor de 30 por ciento de los casos de insomnio son de origen genético. El resto está dado por el estilo de vida, en el cual se premia o favorece la privación de sueño, indicó.
Las personas deberían adoptar prácticas que les permitan tener un sueño reparador, entre otras un horario fijo para acostarse y levantarse; no realizar en la cama actividades diferentes a dormir, como ver televisión, comer o hablar por teléfono; evitar el uso de dispositivos electrónicos en el lecho; retirar relojes de la habitación; no hacer siestas durante el día ni consumir cafeína, alcohol y tabaco durante la tarde o la noche.
También es útil realizar ejercicio físico moderado y regular por la mañana, nunca antes de acostarse, además de antes de ir a la cama llevar a cabo actividades que ayuden a prepararse mental y físicamente para el sueño: lavarse los dientes, ponerse la pijama y técnicas de relajación.
Jiménez Genchi planteó que si después de realizar todo esto no se logra conciliar el sueño, sobre todo cuando hay preocupaciones, hay que levantarse, leer y volver a la cama cuando llegue el sueño. Otra alternativa son los tratamientos farmacológicos, que surgieron en los años 60 del siglo XX con la benzodiacepina, aunque con el riesgo de desarrollar dependencia.
En los 90 surgió un producto innovador conocido como hipnótico no benzodiacepínico
, que es más seguro y no tiene riesgo de desarrollar dependencia, debido a que su mecanismo de acción está dirigido al receptor en el cerebro encargado de la inducción del sueño. Una vez que concluyeron los derechos de propiedad industrial, inició la fabricación de formulaciones genéricas de la sustancia zolpidem. El medicamento está disponible en México en el sector privado.