Opinión
Ver día anteriorJueves 12 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

Coronavirus y crisis económica // ¿Causante de todos los males?

L

os autodenominados videntes financieros, internos y externos, analistas que pululan y dicen conocer hasta el mínimo detalle del presente y el futuro, ahora atribuyen todos los males del planeta a la presencia y expansión del coronavirus, como si antes de la aparición del bicho el comportamiento económico global resultara de lo más atractivo.

Cierto es que la vertiginosa expansión del coronavirus repercute en el plano económico y financiero global. Tal vez pueda ser la cereza del pastel, pero culparlo de todos los males habidos y por haber, solo aparece como un intento por ocultar las verdaderas causas de una caída que se cocina de tiempo atrás y justificar -una vez más- el rotundo fracaso del modelo impuesto cuatro décadas atrás por organismos internacionales –y los gobiernos a los que sirven– como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Pero de eso los autodenominados videntes nada dicen y se abrazan al factor coronavirus para explicar todo, cuando es un hecho que la caída económico-financiera se debe, precisamente, a razones económicas y financieras que están en el horno desde mucho antes de la aparición del bicho de referencia.

Como muestra, allí están los informes del FMI: en octubre de 2018, el organismo –que en ninguno de ellos mencionó epidemias para justificar la desaceleración y el futuro nada venturoso de la economía global– advertía que los riesgos para el crecimiento mundial han aumentado en los últimos seis meses y la posibilidad de sorpresas positivas se ha disipado.

Seis meses después (abril de 2019), el organismo reconoció que la escalada de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, los problemas macroeconómicos en Argentina y Turquía, los trastornos en la industria automotriz en Alemania, el endurecimiento de las políticas de crédito en China y la contracción de las condiciones financieras ocurrida en paralelo a la normalización de la política monetaria de las economías avanzadas más grandes, han contribuido a un significativo debilitamiento de la expansión mundial, sobre todo en el segundo semestre de 2018; esa debilidad persiste en el primer semestre de 2019 y para el año en su conjunto se proyecta una contracción del crecimiento para 70 por ciento de la economía mundial.

Para octubre del año pasado, el FMI reconocía que tras una fuerte desaceleración en los últimos tres trimestres de 2018, el ritmo de la actividad económica mundial continúa siendo débil. En particular, el ímpetu de la actividad manufacturera se ha debilitado sustancialmente y ha tocado niveles no vistos desde la crisis financiera mundial. En términos más generales, las crecientes tensiones comerciales y geopolíticas han agudizado la incertidumbre que rodea el futuro del sistema de comercio mundial y la cooperación internacional, perjudicando la confianza de las empresas, las decisiones de inversión y el comercio internacional. El panorama continúa siendo precario.

Durante 2019, remataba el informe del organismo, el crecimiento mundial disminuyó drásticamente. Entre las economías avanzadas, el debilitamiento ha sido generalizado y ha afectado a las grandes economías (Estados Unidos y, especialmente, la zona del euro) y a las economías avanzadas más pequeñas de Asia. El enfriamiento de la actividad ha sido más pronunciado entre las economías de mercados emergentes y en desarrollo, como Brasil, China, India, México y Rusia, así como en algunas economías aquejadas por tensiones macroeconómicas y financieras.

En unos días más se conocerá el primer informe 2020 del FMI, y entonces sí en él aparecerá el coronavirus como el causante de todos los males del planeta, por lo que urge, según él, no dar de baja al terrorífico modelo económico de las últimas cuatro décadas, sino al maligno coronavirus. Lo mejor será, sin duda, acabar con los dos.

Las rebanadas del pastel

No resulta novedoso, por tratarse de especialistas en la materia, pero el ridículo de los panistas con su historia de los micrófonos y el (auto) espionaje es de colección.