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Persisten Acoso y desigualdad salarial, afirma

Aún falta derribar muchas formas de violencia contra las boxeadoras: Barby
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▲ Mariana Juárez y Ana María Torres, las primeras mujeres mexicanas en pelear de manera profesional en el verano de 1999.Foto Notimex
 
Periódico La Jornada
Miércoles 11 de marzo de 2020, p. a12

La rabia de las mujeres que tomó las calles de varias ciudades mexicanas el domingo, la entiende y la comparte de manera genuina la campeona del mundo en peso gallo Mariana Barby Juárez. Las causas del enojo colectivo de ese movimiento –considera– no es ajeno a ninguna integrante de esta sociedad: el acoso normalizado, la violencia y la desigualdad en varios órdenes, los ha vivido en su carne propia y no quisiera que su pequeña hija Natasha tenga que enfrentar un mundo como al que ella tuvo que sobreponerse.

Hace 20 años Mariana y Ana María Torres rompieron paradigmas en el boxeo: fueron las primeras mujeres que peleaban de manera profesional en el verano de 1999. Dos décadas después existen cambios –explica La Barby–, pero las mujeres aún cobran salarios incomparables con lo que reciben sus colegas hombres y, sobre todo, las violencias normalizadas en la vida cotidiana de una boxeadora permanecen intactas.

No todo ha cambiado en el boxeo de mujeres, opina Mariana Juárez; ni nos pagan lo justo como para vivir sólo del boxeo y algunas cosas siguen como antes, principalmente el acoso.

Mariana soportó comentarios sexistas, bromas insultantes por su condición de mujer en un deporte que hasta finales de la década de los noventa del siglo pasado se los prohibía una ley.

Nos hacían comentarios muy humillantes, no los olvido, recuerda; además teníamos que demostrar ante los entrenadores, los promotores y el público que éramos profesionales, había una doble exigencia para nosotras.

Un estudio sobre género en el boxeo encargado por el Consejo Mundial de Boxeo –en el cual se realizaron 50 entrevistas con peleadoras– reveló que ellas no sólo tienen que lidiar con la discriminación salarial, sino también con otras formas de violencia, comportamientos cotidianos que ejercen los hombres y que se consideran naturales.

Hay muchos estereotipos y violencias con las que conviven en el día a día las boxeadoras, explica Angélica González, consultora en asuntos de género y encargada de este estudio.

Ellas tienen que acoplarse a los horarios que les dejan en el gimnasio, como si su trabajo fuera secundario, explica González; hay que erradicar muchos comportamientos y estereotipos en el deporte, reducarnos como sociedad, porque además casi todas las boxeadoras tienen que cumplir con los roles sociales de madres y esposas, y entender que son responsabilidades compartidas.

En el estudio que realizó incluso cobró superficie las formas como celebran las victorias los varones, casi todas relacionadas con los excesos. Ellos ostentan las propiedades que consiguen con el boxeo, beben y son frecuentes las historias de ex campeones arruinados por llevar la vida al límite.

No es una conclusión moral sino que habla del género, de cómo una sociedad entiende los triunfos y su forma de celebrarlos, agrega González; en cambio, las mujeres suelen compartir con su familia lo ganado, celebrar con los suyos.

A propósito de este día, el CMB convocó a una conferencia en la que boxeadoras, investigadoras y promotoras por la igualdad, expusieron sus miradas sobre las mujeres en este deporte. Ahí, el propio organismo anunció como detalle simbólico que eliminarían el adjetivo femenil en los títulos que otorgan. Serán campeonas de boxeo, así sin nada más, porque es lo que son, afirma el presidente del organismo Mauricio Sulaimán.

Como epílogo de la reunión, el CMB anunció que este 9 de mayo pelearán por fin dos pioneras del boxeo, Mariana Juárez y Jackie Nava por el cinturón diamante del organismo y por el campeonato mundial gallo.

Nunca me dejé vencer por todo lo malo que me tocó vivir, dice Mariana sin lamento; las mujeres necesitamos luchar todavía por muchos temas. Los pagos justos son sólo uno de ellos. Yo digo: no quiero que me paguen las cuentas, con que me paguen lo justo yo invito todo.