Opinión
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The Lancet: infracción a las reglas científicas
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he Lancet tiene fama de ser una de las revistas científicas más serias del mundo. Cuál es la sorpresa cuando una se encuentra con un reporte sobre la política de salud en México, Farewell, Seguro Popular (www.thelancet.com. Vol. 395. 22/2/20), en la sección World Report. El texto es tan sesgado en su contenido que parece inserción pagada. Es legítimo que las revistas tengan anuncios, pero no reportes, de los cuales no se puede saber quién o quiénes los pagan. Resulta todavía más sorprendente en plena época cuando se trata de evitar los conflictos de intereses mediante múltiples mecanismos.

El reporte está firmado por David Agren, canadiense y periodista independiente que escribe para el Catholic News Service, US Today y Washington Post, entre otros. Su reporte, que básicamente tiene por finalidad enaltecer al Seguro Popular (SP) y ridiculizar la política del licenciado López Obrador, tiene sesgos en su contra que pocos periódicos o revistas de difusión, nacionales o extranjeras, se permitirían so pena de perder toda credibilidad. A pesar de las múltiples críticas contra el SP, que se han fundamentado a lo largo de los 20 años anteriores, Agren insiste en que esta reforma es la más positivamente evaluada en el exterior y la reforma del siglo en salud. Para sostener esta proposición cita a los pasados siete secretarios de Salud que aplicaron el SP, empezando por Julio Frenk. Otras fuentes confiables referidas son colaboradores cercanos a Frenk y el director de un hospital de Morelia. No queda claro por qué éste, y no los otros cientos de directores de hospitales del país, es particularmente fidedigno.

Agren sostiene que el SP significó un gran incremento en la inversión en salud, cuando en realidad el gasto para 50 por ciento que representa la población sin seguridad social apenas subió a uno por ciento del producto interno bruto, lo que es cerca de 30 por ciento del gasto público en salud al igual que lo gastado en la medicina privada. Adicionalmente, el periodista mantiene que el SP cubre casi todos los cánceres, cuando en realidad abarca pocos en jóvenes y adultos, así como del resto de los padecimientos de alto costo. Sostiene además que López Obrador firmó el SP, lo que es una mentira, ya que quien lo hizo fue Alejandro Encinas como jefe de Gobierno del Distrito Federal. Otra raya al tigre es que se escandaliza porque el flamante Instituto de Salud Para el Bienestar (Insabi) no tiene reglas de operación. Las tiene el Seguro Siglo XXI y la operación de los Gastos Catastróficos, pero el Sistema Nacional de Protección Social en Salud (SP) Popular como tal no las tiene. En suma, es un reporte lleno de subterfugios y verdades a medias.

Quien ha seguido la trayectoria de los artículos sobre el SP en The Lancet, como es mi caso, ha podido constatar que su parcialidad es de vieja data. En 2006 se publicaron cinco artículos sobre esta reforma de salud que adelantaron una serie de conclusiones prematuras al darse dos años después de su legalización (2004) e instrumentación escalonada. Como es obvio, no es posible evaluar los resultados de una reforma en pleno desarrollo, mucho menos hablar de sus grandes éxitos. Intenté publicar en la misma revista una revisión crítica del contenido de los artículos. No recibí ninguna respuesta, a pesar de haber seguido los procedimientos de la revista. Decidí hacer una réplica más corta con el mismo resultado: respuesta cero. Al tercer intento, el resultado fue que el editor de la publicación se encontraba en México y no me podía responder. Desistí y publiqué mi artículo en International Journal: Health Policy, en 2007, con el título Health System Reform in Mexico: A Critical Review –37 (3): 515-535. Al intentar responder al artículo de Frenk et. al. el año pasado, el resultado fue el mismo, la negativa de publicarlo alegando las reglas de los comentarios.

No soy la única rechazada; se me han acercado investigadores con las mismas acusaciones que, incluso, incluyen el plagio de sus observaciones dadas en la revisión de pares sin señalar el origen. Estas prácticas minan en el mediano plazo la credibilidad de una revista científica. Lástima que The Lancet las usa. Debería poner por encima de los intereses particulares las normas de las publicaciones científicas que de por sí están cuestionadas por el negocio de las revistas capciosas en línea.