La mañanera, veta para los adversarios
i alguien está feliz con las mañaneras, además, claro, del Presidente, son sus enemigos de siempre, los que han encontrado en la reunión de López Obrador con quienes ocurren a ese tira-tira la mejor forma de atacarlo.
Ideas inconclusas, respuestas a bote pronto sin información de fondo, escapes por puertas falsas a golpes bien preparados, caos constante en donde unos buscan el escándalo y otros arman defensas grotescas, como de ópera bufa, que convierten en muchas ocasiones la intención de informar de primera mano a la ciudadanía en una falta de respeto a la investidura presidencial.
No son tiempos fáciles. Muchas veces la acometida de los enemigos del cambio se nutre de los errores del momento y pinta de amarillo una frase y hasta un gesto, mientras las información de fondo, la que busca poner a la gente al tanto de los movimientos por ajustar la nueva realidad, queda aislada, aplastada por un cúmulo de opiniones que más que crítica construyen escenarios donde el sarcasmo se impone.
No se trata de que se esquiven faltas o de que se evadan responsabilidades; por el contrario, si de algo habrían servido las mañaneras es confrontar realidades. Ni complicidades ni mala leche, eso ya no le sirve más que a los que desde hace más de 30 años han apostado todo a impedir que López Obrador gobierne.
Pero también hay que decir que López Obrador empieza a negar lo que de gobierno va mal. Son tantos los ataques que ya no distingue entre los que contienen información cierta y los que levanta la inquina. Todos le parecen falsos, mal intencionados.
Se niega, por ejemplo, a aceptar que los programas sociales, el pilar más fuerte de su gobierno, tiene fallas que producen reacciones contrarias a la esperanza que sembró su candidatura, y lo peor, al negar esa verdad permite que los errores continúen y se hagan más grandes.
Sí, son tiempos difíciles y el presidente López Obrador no tiene todas las respuestas, pero tampoco parece que exista alguien en su equipo de trabajo que le ayude a discernir entre lo que se hace bien y debe ser informado y lo que tiene que desecharse por tóxico. Ese hueco cada vez es más lamentable.
No obstante, para estos tiempos difíciles la experiencia y la cabeza fría del Presidente seguramente podrán poner orden a lo que se está desajustando antes de que los daños al gobierno sean irreparables, de eso estamos casi seguros.
De pasadita
Para las próximas elecciones, por ejemplo en el estado de Hidalgo, se ha colado a Morena el desecho de otros partidos políticos, y eso ha llevado dentro del partido en el poder
a una guerra que hoy es más que peligrosa.
Sujetos como Roberto Núñez Vizzuet, quien se complacía maldiciendo el nacimiento de Andrés Manuel López Obrador, hoy busca refugio en Morena y aplaude como foca las acciones del partido al que dio vida ese al que él le mentaba la madre hasta hace poco más de un año.
Se dice que Núñez Vizzuet es un protegido del senador Julio Ramón Menchaca, ex priísta que busca ser el candidato a la gubernatura, y que sabe que su protegido tiene actitudes de violencia que pudieran ser incluso patológicas, y si con esos colaboradores el senador pretende gobernar ese estado, hasta hace muy poco un bastión del PRI, flaco favor le hará a la ciudadanía hidalguense.
El asunto no es menor. En Hidalgo parece que Menchaca no distingue entre el PRI de sus viejos amores y Morena, desde donde pretende llegar al gobierno del estado. Aguas con eso.