La secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, propuso, ante cientos de maestras, que las escuelas públicas de prescolar, primaria y secundaria se conviertan en un refugio momentáneo, una defensa, un albergue y una instancia para que las mujeres violentadas puedan acudir.

Durante la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, convocado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en el Centro Cultural del México Contemporáneo, destacó que las profesoras pueden ser las primeras en tender una mano a la mujer agredida que necesita respaldo solidario inmediato.

Al respecto, el secretario general del gremio magisterial, Alfonso Cepeda Salas, quien apoyó la iniciativa, aseguró que en los planteles incluso podrían permanecer las mujeres violentadas por tiempo indefinido. Cuestionado sobre los riesgos de seguridad para la comunidad escolar en caso de abrir en los planteles los refugios aludidos, señaló: puede ser, pero qué otras opciones tenemos, no hay otras. La gente, comúnmente cuando esto sucede, cierra la puerta de su casa, y no tienen a dónde ir.

Sánchez Cordero enfatizó el importante papel que cumplen las maestras, tanto como educadores como madres y jefas de familia. Por ello, propuso que uno de los espacios seguros para mujeres maltratadas o violentadas se ubique en las escuelas, y que sean las maestras de México quienes las apoyen, hablen con ellas, las orienten, que sean ustedes el primer eslabón de la cadena de solidaridad para las mujeres agredidas y violentadas.

La funcionaria, quien aclaró que los centros escolares pueden ser refugios momentáneos, anunció que presentará la iniciativa al secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuman, que estoy segura lo va a apoyar. Afirmó que las escuelas pueden llegar a ser una instancia importante para frenar la violencia que, en algunas ocasiones, es espiral y llega hasta el crimen del feminicidio.

Cepeda Salas, quien suscribió 10 compromisos por la equidad docente, indicó que los planteles pueden ser un refugio que dé tiempo para llamar a la policía, para desalentar a quienes pretendan agredirlas, aunque reconoció que el asunto debe ser consensuado con los padres de familia.