César Morales, noveno lugar en el boxeo olímpico de Sydney 2000, revive las ilusiones de victoria para el país por medio de su hijo, Donovan Morales, a quien ahora entrena dentro de la selección nacional camino al preolímpico rumbo a la justa de Tokio 2020.

Es interesante el genoma que se creó con Donovan, la verdad, afirma César, al referirse también a la madre, Denisse Ireta, quien fue integrante de la selección de futbol femenil que ganó medalla de plata en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 1999 y que ahora desarrolla equipos infantiles y femeniles, pero sobre todo la herencia de la disciplina y la filosofía del olimpismo transmitida por ambos licenciados en educación física.

La historia de la familia empezó justamente en esa justa, donde se conocieron Denisse y César, ahora los principales impulsores de su hijo, campeón nacional de peso medio y ganador del boleto hacia la plaza olímpica que buscará en el torneo clasificatorio continental que inicia el 24 de marzo en Buenos Aires, Argentina.

Al concluir su ciclo como seleccionado nacional, César tuvo un paso breve por el boxeo profesional, del que se retiró tras llegar a ser campeón continental de la Organización Mundial de Boxeo, al experimentar el trato que se le da al pugilista en el boxeo de paga, con lo que no estuvo de acuerdo.

Ahora como estudiante de una maestría en ciencia deportiva, Morales atribuye las facultades de su hijo a la genética reunida por él y la madre.

▲ Donovan (izquierda) es entrenado rumbo a Tokio por su padre, César Morales, quien fue noveno lugar en boxeo olímpico de Sydney 2000.Foto cortesía de los pugilistas

“Por medio del conocimiento, puedo mencionar que se garantiza la calidad de un genoma a través de dos vínculos genéticos deportivos. Es impresionante cómo se pudo consolidar, es tremendo el impacto que se generó en cuestiones genéticas, hereditarias; cómo a través de los cromosomas, las partículas hereditarias de los cromosomas son los que están haciendo la conexión de la cadena genética, y de ahí se vincula un potencial, algo que hacen los rusos.

En este caso fue algo involuntario, no se buscó eso, pero es impresionante la madre, la jugadora de futbol, que desde chiquito mi esposa lo entrenó y juega muy bien; yo nunca lo vinculé al boxeo, pero llegó por formación, llegó el momento que él me lo pidió, empezó a los seis-siete años a practicar, y a los 12 años eligió este deporte, recapituló.

Donovan, quien le ha manifestado a su padre la intención de llegar a formar parte del muro de medallistas en el Comité Olímpico Mexicano, compartió su sentir a dos semanas de buscar el boleto a Tokio.

Estoy feliz, contento, de seguir por el mismo camino de mis padres. Es un orgullo para mí, especialmente, y para toda mi familia, señaló Donovan, consciente de que la competencia en Argentina va a ser dura, pero estoy listo para dar mi máximo. El que trabaja merece, así que sigo al pie del renglón en los entrenamientos.