n otra situación entre México y Estados Unidos, que podría causar un desencuentro con posibles consecuencias negativas para nosotros, está el comentario sin sentido hecho por Hugo Rodríguez, subsecretario adjunto para asuntos del hemisferio occidental del Departamento de Estado de nuestros vecinos, en una sesión del subcomité correspondiente de la Cámara de Representantes, encargado de evaluar la eventual asistencia en materia de seguridad a México, ahora que prácticamente el Plan Mérida ha desaparecido, advirtiendo que si México compra helicópteros a Rusia, como se comentó durante la reciente visita a nuestro país del canciller ruso Serguei Lavrov, país con el que tenemos añejas relaciones, podemos ser objeto de sanciones bajo la Ley para contrarrestar a los adversarios mediante sanciones, aprobada en julio de 2017.
Califico dicha declaración de absurda, por varias razones: primero que nada por la ilegalidad de tratar de aplicar su ley en forma extraterritorial contra otro Estado soberano; segundo, por calificarnos como adversarios
dado el complejo vínculo que nos une a ellos, excesivo si me preguntan mi opinión, incluyendo el plano militar con una serie de convenios que, según entendemos, no funcionan o ellos nos han impedido que funcionen normalmente.
Aunque eso no nos atañe, el comentario del citado señor Rodríguez, funcionario de bajo nivel en el Departamento de Estado –algo que sé por mis años como diplomático–, significa que hemos llegado tan bajo en el trato con los herederos de Lincoln, que ya cualquiera nos quiere tratar de asustar públicamente con sanciones, con una ley –oigan esto– que legalmente no nos aplica; el cuate
ese al parecer no ha leído o no ha entendido las cláusulas o el sentido de la ley citada que específicamente habla de que su ámbito de aplicación es evitar que se proporcionen recursos a Rusia para la construcción o expansión de tuberías para exportar petróleo,o financiar diferentes productos a Siria.
En consecuencia, creemos que deben buscarse mejores fórmulas para convivir entre nosotros como vecinos y amigos, aunque sé que para una potencia es muy difícil ser comprensiva en su trato hacia otros países, pero la controvertida historia entre México y Estados Unidos, y el futuro y posibilidades de esa relación merecen una reflexión especial que cristalice en acciones que unan más a nuestros pueblos, respetando estrictamente el marco jurídico que nos rige como miembros de la comunidad internacional.
*Embajador emérito de México, quien escribe a título personal