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Abstenerse de hablar en lengua originaria a veces protege de la violencia, estima la poeta Nadia López

En entrevista con La Jornada, la autora ñuu savi habla de Isu ichi: el camino del venado, primer libro en idioma autóctono publicado por la Dirección de Literatura de la UNAM // ‘‘Las mujeres indígenas deben tener mayor peso en la comunidad’’

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▲ Nadia López García y una mujer venado, ilustración creada por Rosario Hernández Sánchez, incluida en el poemario Isu ichi.Foto Jairo García Erasmo/cortesía de la escritora
 
Periódico La Jornada
Viernes 21 de febrero de 2020, p. 2

Frente a la violencia y las desapariciones, hoy, en plena conmemoración del Día Internacional de la Lengua Materna, ‘‘una forma de protección es que no hables tu idioma, que no te distingan como mixteco, sino como alguien que habla castellano”, sostiene la poeta ñuu savi Nadia López García.

En entrevista con La Jornada, con motivo de su poemario Isu ichi: el camino del venado, el primer libro en alguna lengua originaria que publica la Dirección de Literatura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Se presentará mañana en la edición 41 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

Isu ichi: el camino... se refiere a dualidades y paradojas como la permanencia y extinción de las lenguas originarias, la tradición y la modernidad, lo masculino y femenino mediante reflexiones de López García y la ilustración de Rosario Hernández Sánchez, de raíces mixtecas.

La autora explica que el venado es sagrado para varios pueblos originarios y está vinculado con la transmisión de saberes y la renovación. ‘‘La práctica de seguir el venado, los wirrárikas la tienen, pero en muchos otros pueblos ya desapareció. La abandonaron junto con otras prácticas de sanación o de petición de lluvia. Son desplazadas por la entrada de la modernidad”.

Destaca la existencia de un ‘‘constante diálogo, pero también de una lucha entre una modernidad de la que no podemos escapar y una búsqueda de que nuestras prácticas y simbolismos no se pierdan, pero sobre todo que puedan transmitirse de generación en generación”.

López García menciona que la búsqueda del venado ‘‘históricamente la hacen los hombres; las mujeres no participamos. En el poemario hago la reflexión de que quizá los hombres ya no lo hacen, pero ahora hay una voz de mujer que busca regresarlo, hacer este recorrido simbólico por la recuperación de la lengua.

‘‘Se nos impedía hacer ese camino aunque somos las mujeres las que nos encargamos de transmitir la lengua, que más estamos escribiendo y haciendo cosas dentro de la comunidad. A un hombre no se le exige tanto.”

Prácticas machistas que merman la identidad

Nadia López asume que su trabajo es explorar que ‘‘en la modernidad se estén terminando esas prácticas tan machistas que muchas veces no se cuentan, pero han mermado muchos procesos de transmisión de cultura e identidad en los pueblos.

‘‘Las mujeres deben tener un peso más grande en la comunidad, porque no hay una mujer agente municipal, por ejemplo. Es un poco retomar esas voces, esos caminos, no sólo para la preservación de nuestra lengua y nuestra cultura, sino para la defensa de nuestro territorio.”

En la cultura mixteca, explica la poeta, las hormigas tienen una simbología dual: anuncian la lluvia, pero también presagian la muerte. ‘‘Tiene que ver con una verdad inapelable: nuestras lenguas están muriendo todos los días que en la Mixteca alguien deja de hablarlas.

‘‘El venado significa la recuperación de la memoria, de la lengua, del territorio y de los simbolismos. La hormiga es la muerte de la palabra, de los símbolos. Al final terminamos con la imagen del venado, feminizado, que está esperando que las lenguas no mueran.”

Nadia López García dice que es la primera vez que escribe un libro sobre su papá. ‘‘Empecé los poemas en 2015 como una reconciliación con la parte paterna de mi familia. Vengo de una familia generalmente de mujeres. La mayoría de los hombres se fueron a Estados Unidos y Baja California. Dentro de mi cabeza resonaba que dos tías abuelas no se casaron porque falleció quien las debía entregar”.

En Isu ichi, reflexiona: ‘‘¿por qué la figura del hombre hacía que ciertas cosas se detuvieran o desaparecieran? Por ejemplo, mis tías ya no pudieron tener hijos. Con ellas se termina su linaje”.

Refiere que al inicio el libro tenía una voz masculina pero que se fue trasformando, pues advirtió ‘‘que la estaba falseando. Luego busqué que en todos los poemas sepan, apoyada con la ilustración final de una mujer venado, que quien habla es una mujer, que como yo tuvo que cambiar su circunstancia”.