Denuncian extorsiones
Lunes 17 de febrero de 2020, p. 27
Tultitlán, Méx., Cada vez es mayor el número de migrantes centroamericanos, principalmente hondureños, que arriban a la línea de trenes de la colonia Lechería para hacer una parada y tomar un descanso en su trayecto hacia la frontera norte a bordo del tren carguero La Bestia.
Muchos de ellos optan por charolear
(pedir limosna), para hacerse de dinero con el cual comprar alimentos o rentar cuartos. Los que no tienen suerte pernoctan a la intemperie, arropados sólo por el calor de hogueras contiguas a las vías del ferrocarril.
¡Aquí vamos, madre!
, grita un grupo de indocumentados desde un tren con el logotipo de Ferrosur; van por la línea férrea de la avenida Recursos y en minutos llegan a la colonia Lechería.
Al primer alto, los viajeros saltan de los vagones; cansados, con hambre y sed, se sientan en la banqueta, es una oportunidad de descanso, de dejar atrás brincoteos y el susto del viaje
, dicen.
Con un diploma de la Fuerza Área de Honduras, Dominique Salomón Padilla, de 19 años, originario de La Ceiba, muestra documentos que lo acreditan como soldador.
Comenta que su objetivo no es llegar a Estados Unidos sino a Monterrey, Nuevo León, donde, le dijeron, puede encontrar empleo.
Si me dan oportunidad vengo a trabajar y salir adelante; no tengo vicios y mi esperanza es trabajar y enviar dinero a mi familia en Honduras
, explica el joven.
Cuenta que viaja solo, pero que en el camino se encontró con varios de sus compatriotas que esperan llegar a la frontera norte y cruzar a territorio estadunidense.
Varios de los viajeros se tumban en la terracería; en segundos se quedan dormidos al lado de una fogata. Otros planean cómo comenzar a pedir dinero en los cruceros de Tultitlán, Coacalco, Tlalnepantla y Cuautitlán, donde aspiran a obtener más de 200 pesos por día.
Lechería es punto de referencia para migrantes que esperan quedarse más de un día en esta zona del estado de México, pues contiguo a la zona de vías del tren hay vecindades hasta de tres pisos donde les rentan cuartos en obra negra a 300 pesos por semana; los sanitarios y regaderas son compartidos por los inquilinos.
Comerciantes, herreros, albañiles son los oficios de varios de los recién llegados. De los cerca de 50 indocumentados, la mayoría dice que seguirá su viaje hacia el norte del país.
Alex Rivera, de 40 años de edad, fue deportado en diciembre reciente; apuesta a llegar a Washington, donde espera reunirse con su hijo de siete años.
Algunos viajeros dicen que de no abordar el tren caminarán un kilómetro para llegar a la autopista México-Querétaro, donde tomarán un transporte que los lleve a Huehuetoca. Ahí se ubica la casa hogar San Juan Diego.
En ese refugio recibirán alimentación, servicios médicos, alojamiento por dos o tres días, descansarán y después seguirán su periplo hacia el norte del país.
Llegan en grupos de 100 personas, algunos duermen a un lado de las vías del tren, otros traen dinero para rentar cuartos, varios más piden limosna; lo malo es que varios llegan a asaltar
, asegura una comerciante de la avenida 11 de Julio.
En esa vialidad se ubica la zona de comercios, adonde llegan los migrantes centroamericanos a pedir o comprar agua y alimentos.
En 2012 fue cerrado el refugio migratorio San Juan Diego, ubicado en calle cerrada de la Cruz en la colonia Lechería, debido a que resultó insuficiente para alojar a decenas de indocumentados y por quejas vecinales. El albergue, administrado por la diócesis de Cuautitlán, fue reubicado en el municipio de Huehuetoca.
A ocho años del cierre del albergue, ubicado a 10 metros de las vías del tren de la línea que va a Laredo, es prácticamente nula la presencia de visitadores de derechos humanos, organismos defensores de migrantes y autoridades de Tultitlán para brindar apoyo humanitario.
Rara vez llega la policía a dar seguridad a vecinos; menos llegarán a vigilar a los indocumentados
, afirmó un comerciante de la avenida 11 de Julio.
Vecinos de la colonia refieren que hondureños se han quedado a vivir en Lechería. Algunos se han hecho populares, pues llegaron pidiendo limosna y ahora cuentan con casa, auto y un pequeño negocio.
En un recorrido se observó a algunos migrantes alcoholizados; vecinos refieren que en ocasiones algunos de estos hombres asaltan a transeúntes o negocios.
En la colonia Lechería, extranjeros y mexiquenses tratan de convivir en paz. Un hondureño declaró que ellos deben cuidarse de malandros mexicanos
que les exigen dinero por pernoctar cerca de las vías del tren.
Hace una semana, por el Tren Suburbano, llegó una camioneta y se llevó a varios de nosotros
, declaró el hondureño Cristian José Sosa, de 21 años. “Son malandros que llegan a pedirnos dinero, a amenazar. Dicen que si no les damos van a levantarnos”, agregó.