¿Y el ex vicepresidente Videgaray? // Osorio Chong se desmarca // 14-F ¿de lucha combativa
? // Ramírez Cuéllar y la UNAM
s la hora de los apresurados deslindes en la élite de lo que queda del Partido Revolucionario Institucional (PRI) respecto de la situación de Emilio Lozoya Austin, el ex director de Pemex caído no sólo en desgracia política, sino ahora también caído en cárcel española en espera de que se defina si lo extraditan a México.
Una de esas voces de desmarque es la de Miguel Ángel Osorio Chong, quien fue secretario de Gobernación durante la administración de Enrique Peña Nieto hasta que fue postulado a una senaduría que actualmente ocupa. El ex gobernador de Hidalgo ha sido enfático en señalar que él no tuvo ninguna relación verdadera con Lozoya, pues las actividades de este no le tocaban, no era mi área
.
A quien sí le tocaban y sí era su área era a Luis Videgaray Caso, el virtual vicepresidente del área económica que a lo largo del sexenio peñista sostuvo una dura pelea con el encargado formal de los asuntos de gobernabilidad y de política interna del país, como lo fue el citado Osorio Chong. Se mantuvo una competencia fuerte entre ambos, aunque ha de decirse que usualmente la balanza se inclinaba de manera marcada a favor de Videgaray, quien era el verdadero poder operativo en Los Pinos, el estratega general, virtual cerebro sustituto de quien ocupaba la silla presidencial muy bien peinado pero muy mal habilitado para las artes mayores de la política y la economía.
Videgaray Caso tuvo en sus manos de manera concreta el manejo de todo lo relacionado con la economía y áreas contiguas que él agregó a su visión tecnocrática, como la Secretaría de Relaciones Exteriores a la que pretendió potenciar como agencia comercial y de intereses empresariales en el extranjero. Una de sus piezas clave durante el peñismo fue José Antonio Meade Kuribreña, economista multiusos que finalizó ese ciclo como candidato presidencial por el PRI, sin estar afiliado a este, y que fue seleccionado justamente a causa de su debilidad política evidente para ofrecer otro guiño de buena voluntad peñista a la creciente campaña electoral de López Obrador.
No se puede hablar de una complicidad entre Videgaray y el ahora defenestrado Lozoya (defenestrar, según la Real Academia Española, tiene dos acepciones: Arrojar a alguien por una ventana
o destituir o expulsar a alguien de un puesto, cargo, situación, etcétera
). En realidad, el choque de criterios e intereses entre ambos derivó en la renuncia de Lozoya al cargo, pero ello no significó la supresión de prácticas corruptas en esos ámbitos petroleros, energéticos y económicos en general, así fuera con otros nombres y apellidos y otros métodos.
Osorio Chong tiene sus propias cuentas oscuras, en asuntos de represión policiaca y de relaciones de poder político y policiaco con los poderes criminales que son también un obligado factor de gobernabilidad. Ahora, el hidalguense encabeza el puñado de senadores priístas que en términos numéricos constituye una caricatura respecto de lo que fue el partido aplanadora
o del carro completo
en cuestión de elecciones.
Parecería difícil en otros tiempos que un 14 de febrero, Día del Amor y la Amistad, según la costumbre mercantil impuesta en el ánimo social, pudiese etiquetarse tal cual se suele corear en fechas simbólicas como el 2 de octubre o el 10 de junio, que no se olvidan
y son de lucha combativa
. Hoy, mujeres de todo el país están dispuestas, en acciones públicas, en redes sociales o en su predisposición personal, a manifestar su enojo y hartazgo ante la violencia barbárica que día con día se practica en su contra, en una espiral de salvajismo que ha llevado a hechos terribles como el sucedido contra Ingrid Escamilla, símbolo, pero ni remotamente un caso único de lo que están viviendo las mujeres en esta época gravemente descompuesta.
Y, mientras el otro presidente sedicente de Morena, Alfonso Ramírez Cuéllar, ha debido salir al paso para negar que él o gente relacionada con él está provocando protestas en la UNAM, ¡hasta el próximo lunes!
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