Museo de Gante dedica magna exposición al pintor flamenco
Domingo 9 de febrero de 2020, p. 2
Gante. Jan van Eyck revolucionó la pintura de su época: creó el efecto de veladura para jugar con la luz, devolvió a la naturaleza su lugar en las escenas religiosas y modernizó el retrato. Ahora una exposición excepcional le rinde homenaje en Gante.
Van Eyck: una revolución óptica es la muestra más grande consagrada al maestro flamenco del siglo XV con una veintena de obras procedentes de Europa y Estados Unidos.
El Museo de Bellas Artes (MSK) de Gante pone de relieve la inventiva y el virtuosismo de ese artista que influyó en los paisajes de El Bosco y de Brueghel.
La muestra incluye obras de varios de sus contemporáneos italianos como Masaccio o Fra Angélico para ilustrar dos visiones de la pintura religiosa de la época, idealizada en Florencia y más realista en Flandes.
Mientras los italianos utilizaban la técnica de la témpera, Van Eyck perfeccionaba el óleo añadiendo componentes químicos para reducir el tiempo de secado y permitir la superposición de capas, propiciando mayor intensidad del color.
‘‘Inventó la veladura, lo que dio a su pintura efectos de luz y una textura más profunda’’, explica Frederica van Dam, una de las comisarias de las exposición.
Erudito
Artista en la corte de Felipe el Bueno, duque de Borgoña, Van Eyck fue un erudito que conocía las ciencias, como la geometría y la óptica, lo que le facilitó comprender el sistema de la luz, cuyos efectos son omnipresentes en su obra.
‘‘En esa época, la óptica estaba sobre todo vinculada a la religión, ya que permitía ver más allá, ver a Dios en el cielo’’, opina Van Dam. En una carta de 1435, Felipe El Bueno confesó su admiración por un hombre ‘‘tan excelente en su arte y ciencias’’.
En el panel de la ‘‘Anunciación’’, que pertenece a la obra maestraLa adoración del cordero místico creada con su hermano Hubert, Van Eyck pintó de manera diferente la luz natural y la luz divina que penetra en la escena por lugares diferentes. Un siglo después, el rey Felipe II de España admiraría esa obra, conocida también como Políptico de Gante; incluso que se interesara en adquirirla, refiere Van Dam.
Los visitantes de la exposición podrán admirar de cerca varios paneles del retablo, entre ellos la parte restaurada que actualmente está en la catedral de San Bavón en Gante.
Jan van Eyck fue también el primer pintor en interesarse en los elementos de la naturaleza –nieve, nubes, rocas, luna y tela de araña– que reprodujo con un estilo realista.
El panel central de La adoración del cordero místico contiene al menos 70 variedades de flores y de plantas. ‘‘Van Eyck prestaba mucha atención a sus pinturas de las que era un director de escena’’, afirma Frederica van Dam.
Los detalles no faltan: fósiles, minúsculos puntos blancos que pintó en su San Francisco recibiendo los estigmas, venido de Filadelfia, sin mencionar las nubes cargadas de nieve, cúmulos y estratos.
Esa pasión del artista por los detalles buscaba ilustrar el abanico del alcance de la creación divina.
El contraste es sorprendente con una pintura sobre el mismo tema de su contemporáneo Fra Angélico, cuyo San Francisco está arrodillado en un paisaje menos realista.
Sin embargo, Van Eyck no es sólo un pintor religioso. Una sala entera está consagrada a sus retratos.
Audaz de nuevo, hizo que sus sujetos no posaran de perfil, como había sido la norma hasta entonces, sino de tres cuartos o de frente, creando mayor atracción por la mirada.
El maestro flamenco también reprodujo con realismo sorprendente para entonces una lágrima en el rabillo del ojo, arrugas y bolsas en los ojos, cicatriz, una barba incipiente.
La exposición Van Eyck: una revolución óptica, cuyos preparativos tomaron tres años, concluirá el 30 de abril.