El presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó ayer la tercera llamada para la venta del avión presidencial. Si el TP-01 no se vende en tres días, va la rifa, afirmó.

Anunció que mientras se soluciona esta disyuntiva, evalúa el mecanismo para el sorteo, el número de ganadores y lo que ocurrirá posteriormente si éstos deciden vender la aeronave.

El concurso sería organizado por la Lotería Nacional, con la emisión de 6 millones de boletos de 500 pesos cada uno. Las opciones para entregar el premio mayor es que haya un solo triunfador, se emitan 100 boletos, que representen 20 millones de pesos cada uno, o que sean mil cachitos con valor de 2 millones de pesos cada uno.

Insistió en la posibilidad de crear un fideicomiso para ayudar al ganador a administrar los recursos que obtuviera de la venta del Boeing 787-8 en 2 mil millones de pesos –500 millones por debajo del avalúo establecido por la Organización de Naciones Unidas. Lo anterior, sin ánimos paternalistas, sólo con el propósito de evitar que destruya a su familia.

López Obrador consideró que inicialmente se podrían entregar intereses, y en –10, 15, 20 años– podría disponer del resto.

En su conferencia de prensa en Palacio Nacional, reconoció que el gobierno no ha podido vender la aeronave por ser tan extravagante, por eso ya estamos resolviendo cómo lo vamos a rifar.

Informó que la próxima semana se reunirá con empresarios para pedirles que le ayuden a colocar cuatro millones de cachitos en centros comerciales, con promociones o entre sus trabajadores. El resto de los boletos serían vendidos por los billeteros de la Lotería Nacional, quienes ya le mandaron una carta para expresarle su disposición de ayudar a cambio de una comisión.

Sobre la posibilidad de que un narcotraficante pudiera comprar 100 o 200 cachitos, mencionó: son billetes de la Lotería, no podríamos tener control.

Resaltó que la Secretaría de Hacienda ya empezó a pagar a Banobras el crédito del avión de los aprovechamientos que obtiene.