50 años después terminó, no quiero decir la maldición, pero casi, de los Jefes de Kansas City, gracias a, no una figura deslumbrante, sino a una figura en ciernes llamada Patrick Mahomes, que usted dirá, se ha graduado ya con honores y, yo agregaría, se ha reservado su lugar en la historia de esta extraordinaria liga que es la NFL.

Y El Supertazón fue emocionante, con dos diferentes tipos de emoción, permítame la expresión; la primera mitad porque nadie quería ser quien cometiera el primer error y se jugó de manera tensa, eléctricamente perfecta. Hasta en el marcador que nos dejó, para los últimos 30 minutos, la definición.

La presencia de Mahomes y, por otro lado, la de Jimmy Garoppolo, significó un aire fresco en la NFL, dos caras nuevas que dejaron en el olvido, al menos durante las tres horas que duró el juego, a Tom Brady, que ha aparecido nueve veces en los últimos 20 años, y a los Patriotas y el gesto adusto de Bill Belichick.

Tampoco estaba ningún Manning, y se retiraron los dos, cada uno con dos victorias en el Supertazón. Ni Ben Roethlisberger con los Acereros, presentes en cuatro ocasiones. Ni los Empacadores y Favre o Rodgers… Finalmente la frescura del inminente cambio generacional se hizo presente.

Cuando ya los múltiples candidatos al Salón de la Fama, rozando los 40 o arriba de ellos, se preparan para decir adiós o ya lo hicieron, vienen entonces los Jackson, los Mahomes y Garoppolos, la liga más competitiva del mundo finalmente ha visto coronarse en este siglo a un quarterback nacido en los 90, pareciera absurdo, pero así es.

Como ha pasado también en el mundo del tenis, donde Federer, Nadal y Djokovic no han dejado pasar a nadie, en la NFL la barrera fue infranqueable hasta que la bazuca en el brazo del líder de los nuevos Jefes de Kansas City derribó el muro de la fortaleza de Nueva Inglaterra en los últimos días de la campaña regular.

Mahomes dio el paso gigantesco que necesitaba para trascender, aun cuando haya tenido seguramente sus dudas después de que fue interceptado por segunda vez en el partido por la, en ese momento aún, feroz defensiva de San Francisco.

Y sigue vigente mi teoría: los grandes se diferencian de los mejores porque en momentos de apremio, como los que vivió el ahora mejor jugador del Supertazón 54, saben sobreponerse a las circunstancias y llegar a puerto seguro a pesar de las tormentas que enfrenten.

Estoy seguro que Mahomes aprendió mucho más al ver a los Cuervos y Lamar Jackson perder ante los Titanes, que en los 30 juegos en que ha sido titular con el uniforme rojiblanco.

Y llegaron. Lo realmente importante ahora será ver si su brazo y su juventud soportan el trepidante tren de desgaste de la NFL, como han hecho los grandes veteranos que mencioné líneas arriba. Mahomes aprendió su lección del año pasado y ha sabido dar el golpe de autoridad que cambiará la forma en que vemos y vivimos la NFL.

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