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Saúl es El Sastre del Niño Dios; los viste en todo México y hasta en Estados Unidos
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▲ Más de 100 personas hacen la costura milimétrica de piezas que se exportan a Estados Unidos.Foto Luis Castillo
 
Periódico La Jornada
Sábado 1º de febrero de 2020, p. 28

Saúl Uribe Lanzagorta es un prominente empresario que con la ropa para el Niño Dios –que confecciona desde hace 45 años– dejó de ser un ambulante que sólo ofrecía seis modelos y ahora sus productos artesanales se venden por miles no sólo en el país, pues logró llegar a Estados Unidos.

Como si hubiera sido tocado por el Niño Dios, su vida es un milagro. Los artículos que vende entre el 12 de diciembre y el 2 de febrero de cada año en la calle Talavera, en el Centro Histórico, llegan a California, Nuevo México, Arizona, Nevada e Illinois: los migrantes latinos ahora pueden comprar los diseños de Niños Uribe allende el río Bravo.

Nacido en Puebla, Saúl es el proveedor de mercancía para decenas de negocios ubicados en Baja California, Puebla, Michoacán, Oaxaca, Chiapas, Guerrero y estado de México, por eso es conocido como El Sastre del Niño Dios y sus diseños son para tallas de dos centímetros, que cuestan 10 pesos, hasta de 35 centímetros en 180.

Su madre lo consideraba el Rey Midas del Centro, porque hasta antes de morir le decía: Hijo, todo lo que agarras se convierte en oro.

Actualmente lo más importante para él es mantener viva la tradición y dice que después de 45 años siguen vigentes los modelos más vendidos: el de San Judas Tadeo y del Sagrado Corazón de Jesús, no hay vuelta de hoja.

Está contra los diseños de moda que tratan de imponer y que están fuera de la celebración del 2 de febrero, día de La Candelaria, como el de futbolista, aunque admitió que es algo que no se puede evitar porque las generaciones ya no son las mismas: la abuelita murió y dejó su Niño Dios a la hija o al nieto que ya no lo visten con su ropón blanco.

La festividad está marcada en el calendario católico como la ocasión en la que la Virgen María fue purificada y el Niño Jesús presentado en el templo, lo cual ya no es del interés de los jóvenes, aseguró.

Su visión empresarial

Al ser entrevistado en uno de sus 14 locales –los cuales compró a un libanés– el nieto del español Francisco Lanzagorta –dueño de una de las casas ferreteras más importantes de los años 20 del siglo pasado y que estuvo ubicada en la actual avenida José María Izazaga–, comentó que tiene la vena empresarial que le permitió crear su industria que genera al menos 100 empleos formales a los que se suman decenas indirectos.

El Sastre del Niño Dios surte accesorios como los sombreros que complementan el ropón del Santo Niño de Atocha, que son tejidos a mano por artesanos de Toluca, así como los huaraches, el cetro y guajecitos de madera provenientes de Michoacán, además de los decenarios creados por artesanos de San Juan de los Lagos, Jalisco.

En uno de los locales en los que también vende niños ya vestidos y sentados en una silla de madera encapsulados en una burbuja de cristal, dijo sentirse feliz por no ceder a las ofertas económicas de los chinos, que le ofrecieron comprar a muy buen precio sus inmuebles para convertirlos en puestos de bisutería, o que insistieron en múltiples ocasiones para vender ropa y accesorios del Niño Dios hechos en esa nación, lo cual le dejaría ganancias de más de 50 por ciento.

Rodeado por decenas de figuras que colecciona en un cuarto de su fábrica y sentado a un lado de un niño con traje de gala de la Virgen de Guadalupe, afirmó que por su sangre corre la visión empresarial, la cual despertó hace 45 años, cuando acompañó a su entonces novia y ahora esposa, doña Julita, con sus padres, quienes se dedicaban a la venta de ropa y sillas para esa figuras en la calle Venustiano Carranza.

Era 1975 y en ese momento tuvo dos visiones: “Una, la espiritual de ver al Niño Dios, y la otra es que digo ‘aquí se derrama el dinero, nada más que no saben juntarlo, traes la sangre empresarial’”.

Egresado de la primera generación de la Vocacional 4 del Politécnico, institución donde cursó la carrera de ingeniería, recordó que empezó a vender en el piso en un metro cuadrado, pero con dedicación logró crear Niños Uribe.

Transformó la calle Talavera en un corredor exclusivo de vestidos y accesorios para Niño Dios que estaba en abandono porque los edificios fueron bodegas de chiles, cebolla, jitomate y limones de La Merced, mientras las calles permanecían destrozadas por los tráileres, además de que había chineros (famosos por aplicar la llave china para asaltar) y abundaban las pulquerías.

Es conocido entre los famosos y los políticos porque ha vestido las figuras de Verónica Castro y Carmen Salinas, así como del canciller Marcelo Ebrard, además de que hizo llegar un Niño Dios al papa Francisco durante su visita en 2016.

Sin miedo a equivocarse, aseguró que nació y morirá vistiendo al Niño Dios, aunque la tradición y las ventas hayan caído en más de 40 por ciento porque algunos creyentes han fallecido y sus hijos son cibernéticos, pues están alejados de la espiritualidad.

El gran reto para El Sastre del Niño Dios es escribir un libro sobre su vida sólo para enviar el mensaje a los jóvenes: Sí se puede llegar lejos, pero además buscar el apoyo del gobierno de la Ciudad de México para crear un museo en esa calle y un triángulo cultural entre el Centro Histórico, la Basílica de Guadalupe y la Catedral Metropolitana.