Cierre de foros en CDMX: un modelo que debe cambiar
l pasado 17 de enero fue muy sonado en redes el cierre del espacio de conciertos Sala, ubicado en la colonia Roma (Puebla e Insurgentes), tras sólo cinco años de vida, lo cual encendió focos rojos entre los seguidores de la música en vivo en la Ciudad de México, ya que el 18 de diciembre pasado también cerró el foro-bar Caradura, tras nueve años de operación. Lo anterior se sumó al recuerdo de que el foro bar Imperial (uno de los más memorables para presentar lo mejor de la escena local e internacional, no sólo por tener buen ambiente sino muy buen audio), cerró sus puertas el 7 de julio de 2018 tras una década de noches llenas. Las reacciones entre el público y la gente del medio musical fue de alarma, aunque para este espacio la noticia no es nada extraña, sino algo que ya más bien se estaba tardando en ocurrir. Con todo, objetivamente no es algo por lo cual haya que preocuparse de verdad, pues sigue y seguirá habiendo espacios a contracorriente, a decir de la historia musical chilanga. Quizá por ahora estos cierres desconciertan de más, porque venimos en descenso tras un momento de cresta alta en la escena; sin embargo, los espacios para tocar por genuino amor a la música, siempre serán un problema mientras siga siendo más fuerte la búsqueda de la explotación del músico.
Para entender cómo se llegó a estos cierres, cíclicos en esta capital, hay que irse a 2005 aproximadamente, cuando la existencia de Myspace y la programación asertiva, de apoyo al talento nacional, por parte de la emisora Reactor 105.7 FM, ayudaron a que se diera un boom en el rock local. Surgieron muchas bandas nuevas y algo crucial: mucho público que creyera en las mismas, como hace décadas no ocurría; por ende, igual proliferaron muchos foros pequeños que al inicio permitían tocar a todo el que lo pidiera, pues les garantizaba lleno seguro, en pos de dicha fiebre. Sin embargo, todo abuso tiende a desgastar lo que toque. Como ya se ha asentado en este espacio (Ruta Sonora, 03/01/14 https://bit.ly/2NQGA07), al volverse el rock y géneros afines un fenómeno aún más redituable y masivo, estos foros comenzaron a discriminar artistas, pues finalmente fueron creados como negocio: si no convocabas más de 150 personas, como banda debías pagar de las entradas el costo de producción de tu propio show (equipo de audio, backline, personal, boletaje, etcétera); prácticamente pagar por tocar. Aunque el dinero proviniera de gente que quisiera ver a tu banda, no terminaba en tus bolsillos sino en los de quienes daban el espacio. Como esto no empezó a convenir a los artistas, comenzó a haber un natural y paulatino alejamiento entre bandas y foros. Los foros empezaron a programar repetidamente a bandas jaladoras
, hasta que también se desgastó la fórmula. En sus últimos días (salvo Sala, que no era bar sino un foro de alquiler), aquéllos empezaron a hacer eventos de entrada libre, regalar bebidas, para atraer gente, hasta que tronaron. Otros foros que nacieron en la misma época de bonanza y aún subsisten, están sufriendo un proceso similar, como Pasagüero.
De forma paralela a tal boom, a partir de 2007 aproximadamente, los festivales auspiciados por productoras independientes a Ocesa, más allá de Vive Latino y Corona Capital, empezaron a volverse una numerosa y agraciada alternativa para ver bandas mexicanas y extranjeras. A la larga, por ahí de 2015, los festivales terminaron de ahorcar a los foros pequeños, pues el público dejó de acudir a ellos, ya que en un festival, por una entrada alta pero pagable a plazos, uno puede ver entre diez y 20 bandas en un solo día o dos. Gastar cada fin de semana por ver bandas a cuentagotas, dejó de ser atractivo, amén de la precariedad económica que vive el país.
Pero la parte más triste no es el cierre de foros, sino que esto llevó a dejar sin trabajo a muchos músicos y a desbandar a agrupaciones en crecimiento o no pensados para un público masivo, varios de gran calidad, al no tener dónde presentarse y ser excluidos tanto en foros como en festivales, ya también reservados para unos cuantos, con carteles copados por unas cuantas casas de management (Ruta Sonora 31/05/19 https://bit.ly/36oKbci). El público, al no ver bandas nuevas en esos festivales, no sabe que existen y menos irá a verlas en foros breves. El círculo vicioso de los foros se repite en los festivales: sobre-explotación que lleva al desgaste, exclusión de elenco al buscar sólo el negocio, autodestrucción que se le revierte a la industria cual boomerang.
Afortunadamente, la música siempre se abre camino y siempre habrá promotores que crean en la música y abran espacios. Ahí están todavía el Multiforo Alicia, el Foro Indie Rocks!, el Foro del Tejedor, Bajo Circuito, Hilvana, Centro 316, Bar Oriente, Foro Bizarro, Gato Calavera, Parker & Lennox, Jazzatlán, Salón Pata Negra, Terminal-Club Antisocial, Departamento, Normandie, Galera; de tamaño mediano: Lunario, Auditorio Blackberry, El Cantoral, entre otros. Sin embargo, debe entenderse que el modelo debe cambiar: buscar un equilibrio que beneficie tanto a artistas como a empresarios, y no seguir siendo espacios que abusen de los músicos, o la espiral en detrimento de la escena seguirá recreándose una y otra vez.
Twitter: patipenaloza