Francia: adelantan el centenario de Nosferatu
os años se adelantó la Cinemateca de Francia en recordar el centenario de Nosferatu, la película de Friedrich W. Murnau que marcó el inicio de muchas más donde el vampiro es personaje central. La filmó en 1922 basándose en la novela Drácula, que publicó en 1897 el irlandés Bram Stoker (1847-1912).
Fruto de creencias ancestrales, el mito del vampiro toma forma en la Edad Media especialmente en Europa Central. El rumor sobre su existencia se extiende en los cementerios de las regiones azotadas por guerras y epidemias.
Esos relatos sobre muertos vivientes ocuparon la atención de la literatura gótica del siglo XIX (con William Polidori y Joseph Sheridan, por ejemplo) y de ilustradores como Gaston Redon y Alfred Kubin. Su punto culminante es la novela de Stoker.
El siglo pasado los escritores y cineastas transformaron al vampiro en un ser sexual, succionador de sangre que se identifica con la líbido y el deseo de devorar. Lo obsesiona la idea de reproducirse y encarnar una fecundidad compulsiva. De ahí las películas de directores que de alguna forma fetichizan los cuerpos del depredador y de sus víctimas: Dreyer, Browning, Polanski, Herzog, Coppola, Carpenter, Burton, Bigelow, Jarmusch...
El mundo de los vampiros está presente en la Cinemateca francesa mediante objetos diversos, extractos de películas, trajes, libros y la obra de reconocidos artistas: las mujeres vampiro de Leonor Fini, la serie erótica de Bouguereau, los collages de Max Ernst; grabados de Goya, esculturas de Niki de Saint Phalle y creaciones de Mike Kelley, Basquiat, Charles Matton y Andy Warhol.
También se recuerda a Teda Bara, primera vamp del cine, y al legendario Bela Lugosi.
Los críticos del sistema financiero internacional ilustraron billetes de dólar con el rostro de un banquero con dientes afilados. Y Carlos Marx escribió: ‘‘El capital es trabajo muerto que no sabe alimentarse, como los vampiros, más que chupando trabajo vivo, y que vive más cuanto más trabajo chupa”.