Urge cambio de modelo económico // Cuatro décadas de estancamiento
ara el presente año la Secretaría de Hacienda pronostica un crecimiento económico en un rango de 1.5 a 2.5 por ciento, aunque –tijeras en ristre– una vez más los videntes financieros del sector privado dicen que en este renglón el futuro económico nada tiene de venturoso, por lo que, de acuerdo con sus respectivas bolas de cristal, en 2020 tal avance no pasaría de uno por ciento.
¿Cuál es el pronóstico correcto? Se constatará sobre la marcha, pero lo cierto es que sin un cambio real en el modelo económico que estancó al país a lo largo de casi cuatro décadas, los resultados no tendrían por qué ser distintos al 2 por ciento que como promedio anual se registró en dicho periodo, sin dejar a un lado el desplome que México registra en el plano internacional.
En este sentido, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico –de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes– advierte que si México quiere transformar los retos del siglo XXI en una oportunidad, debe elaborar un nuevo modelo de política económica (y de economía política) que incorpore de forma integral los aspectos estratégicos desdeñados durante décadas: política industrial y el interés nacional, todo ello con una visión de Estado desarrollador que en cercanía con el sector privado y el sistema educativo trabaje por el bien del país. De otra manera, el peso de la inercia se impondrá
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El presente año presenta el reto y la oportunidad para que México revierta la tendencia de su historia reciente: pasar de la inercia de bajo crecimiento a una etapa de desarrollo económico y social fundamentado en la fortaleza de sus capacidades productivas internas. La sociedad mexicana ha enfrentado 40 años de precarización económica y social; fue la octava economía del mundo a principios de la década de los años 80 del siglo XX y en 2019 se ubicó en la posición 15.
México ha estado inmerso en un proceso de cambio constante a lo largo de las últimas cuatro décadas, pero el resultado fue 2 por ciento de crecimiento, el estancamiento estabilizador
de la economía y una precarización del mercado laboral que condujo a un país de pobreza. Bajo este contexto es evidente que el presidente López Obrador tiene razón en su diagnóstico: hay un agotamiento del modelo económico neoliberal. Ahora corresponde a la 4T alcanzar los resultados que el Estado mexicano ha dejado pendientes en otros momentos del tiempo, mayor crecimiento económico y desarrollo social: fundar una sociedad bienestar.
Dado lo anterior, el IDIC propone un programa de reactivación económica que recupere el papel del Estado como promotor del desarrollo y recuperar la visión estratégica de política económica. Para lograrlo es necesario que se reconsidere la relevancia que tiene esta variable en la visión de política económica y su función de guía en los esfuerzos de gobierno. Una meta de mayor crecimiento económico no se encuentra disociada de la consecución de un mayor desarrollo, en realidad le da vida y sostenibilidad a este último. El crecimiento económico permite evaluar si las acciones emprendidas van en la dirección correcta.
Ante la necesidad de obtener resultados que lleguen a la vida diaria de los mexicanos se requiere de crear un acuerdo por el desarrollo social y económico de México que permita alinear los esfuerzos público-privados-sociales. Su función es garantizar no sólo la acción coordinada al interior del gobierno; se debe crear comunicación e interacción con el sector privado (para garantizar la mayor interrelación entre los proyectos productivos) y el Poder Legislativo (puede instrumentar que el próximo presupuesto incorpore la lógica de fomento productivo de forma estructural). Se trata de que la estrategia sea integral, no coyuntural, con visión a mediano y largo plazos.
Las rebanadas del pastel
Por si algo faltara, ahora con ustedes el coronavirus, y aunque no hay motivo de alarma en el país
(subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, dixit), las medidas preventivas nunca están de más.