18 de enero de 2019
• Número 148
• Suplemento Informativo de La Jornada
• Directora General: Carmen Lira Saade
• Director Fundador: Carlos Payán Velver
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estar Comunicadxs
Omar Esparza Zarate
En la actualidad existen miles de radiodifusoras alrededor del mundo; la mayoría son emisoras lucrativas vinculadas a cadenas comerciales económicamente poderosas, que durante décadas han tenido en sus manos la prensa y la televisión, además de incidir en las legislaciones para garantizar su emporio.
Las radios comunitarias se han establecido como espacios de denuncia, de exigencia de los derechos humanos; contribuyen a ser un puente que favorece los valores y los lazos colectivos, sobre todo que opina y refuerza el tejido social comunitario, hace escuchar las voces de los desposeídos y les da fuerza a los pueblos. Es así como se han ido construyendo iniciativas y desde los sonidos, las voces, la reflexión constante, la convivencia local.
También es un instrumento que ha acompañado a los pueblos en su cotidianidad contra las injusticas, lo que desata acciones que impactan en su vida diaria, ya que el Estado violenta la autonomía y libre determinación de los pueblos, impone dentro de sus territorios proyectos para favorecer a capital privado y el resultado de esto es el rompimiento del tejido social, agresiones, desplazamientos, asesinatos y encarcelamiento de comunicadores, defensores de la tierra y el territorio.
En el 2006 el Estado desató la represión contra el movimiento social oaxaqueño; es en ese contexto que surge la Red de radios indígenas y comunitarias de sureste mexicano, que se encuentra con un espíritu de rebeldía que se apodera de las calles: hay asambleas, reuniones, foros, mesas de debate, talleres de mil actividades para cualquier expresión; la barricada fue una estrategia popular que se generalizaba en más de 30 de los municipios más importantes del estado; en sus regiones tenían tomadas las plazas y los palacios municipales, olía a revuelta y guerra, en ese entonces los medios de comunicación locales (radios y televisoras) habían apagado sus trasmisiones por 15 días.
En la mixteca se instala en Huajuapan de Nuyoo, la Radio Andariega, con un trasmisor de apenas 20 watts, que denunciaba la represión y la complicidad de los gobiernos del estado y la federación; la capital estaba en guerra y recibía escasa información; la radio convocó a una primera manifestación contra la represión, obteniendo una respuesta masiva en la población. El poder de la radio se había mostrado, el llamado como un caracol congregaba al pueblo y denunciaba el rumbo de varios procesos acompañando a los pueblos en su lucha por ser libres, la Red de Radios Indígenas y Comunitarias del Sureste Mexicano nacía y se nutriría con la participación de poco mas de 12 radios, entre ellas:
Radio Amay 102.5, La voz de Amamaloya, Radio Arcoíris 90.1 FM, Santa María Xalapa del Márquez, Radio Ayuuk 99.1, La voz de la montaña de San Juan Guichicovi, Estéreo lluvia, Radio Huave, entre otras. Su objetivo central: ser un instrumento y voz de lucha de la resistencia, ejerciendo la autonomía y libre determinación de nuestros pueblos, tomando como base el Convenio 169 de la OIT y los Acuerdos de San Andrés.
A mediados del 2007 organizaciones oaxaqueñas constituirían la Alianza magonista–zapatista. Frente a la intimidación y estigma que se tenía después de la represión contra el movimiento social oaxaqueño, la red de radio estaba en proceso en construcción y ya tenía presencia como sujeto social. Los compañeros y autoridades del municipio autónomo de San Juan Copala se incorporan a la Red de radios, la cual se destaca por dar capacitación, talleres y por instalar el proyecto en la comunidad. Varios jóvenes se sumaron a la formación, entre ellos Teresa y Felícitas que estarían al frente de la Radio Comunitaria la “Voz que rompe el Silencio” saliendo al aire el 20 de enero del 2008. Teresa y Felicitas fueron asesinadas por su labor como comunicadoras el 7 de abril del 2008, a unos meses de estar al aire. Su labor fue reconocida con el premio nacional de periodismo.
La red de radios comunitarias da voz a los pueblos; la lucha por liberar las frecuencias es fundamental para defendernos de la persecución y la intimidación que los grupos de empresarios promovían en complicidad con el Estado mexicano. La prosecución y la criminalización ha sido permanente: sufrimos el desmantelamiento de La Rabiosa, en Huajuapan; agresiones en Radio Huave, en estos años otros proyectos han sido perseguidos, desmantelados, criminalizados, denominados radios piratas, radios patitos, ilegales y un sin fin de adjetivos más.
La Red ha dado apoyo para instalar más de 20 proyectos de comunicación en diversas regiones del país; en ellos se mantiene una fuerte resistencia contra los megaproyectos, se afianzan la voces de los pueblos indígenas ejerciendo el derecho a operar una radio comunitaria, el cual es necesario y está en la Constitución, en los Mecanismos Internacionales de Protección de Derechos que México ha ratificado, como el 169 de la OIT. Es un derecho que se ejerce de facto en la practica y es una obligacion del Estado mexicano respetar y promover la libertad de expresión de los pueblos indígenas. •
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