18 de enero de 2019
• Número 148
• Suplemento Informativo de La Jornada
• Directora General: Carmen Lira Saade
• Director Fundador: Carlos Payán Velver
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estar Comunicadxs
Lucero Serrano y Peter Bloom Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias A.C.
Manuel Castells dice que estamos viviendo la aparición de un nuevo esquema social en la historia de la humanidad, lo que ha sido denominado la “tercera ola”: la primera ola basaba su economía en la agricultura (S. XXX A.C - S. XVIII D.C.), la segunda hace referencia a la era industrial (S. XVIII - 1960) y en la tercera se refiere a la ola de la Sociedad de la Información (SI) donde nos valemos de la informática y las tecnologías digitales como un motor para el desarrollo de esta generación.
Las Nuevas Tecnologías representan la apertura enorme de canales de expresión para una sociedad que logra vencer prácticamente cualquier limitación geográfica, de tiempo e incluso de espacio, logrando grandes ventajas a nivel global y particular. Sin embargo dice, estos beneficios también generan consecuencias antagónicas que deben ser atendidas de inmediato, pues se van traduciendo en inconvenientes graves dentro del desarrollo equitativo de los individuos, pueblos y países.
La difusión de estas tecnologías desde los países de origen ha sido lenta e irregular, así como el proceso de digitalización de los países en vías de desarrollo. Por supuesto, de estos privilegios están excluidos los grupos marginados, y las estadísticas hablan de una concentración de los sistemas informáticos en las ciudades, dejando de lado las zonas rurales y discriminando, en este nivel tecnológico, a las comunidades indígenas y otros grupos vulnerables.
El rezago en un gran porcentaje de personas en los países subdesarrollados en cuanto al acceso y aprovechamiento de las nuevas tecnologías como medios de crecimiento económico y cultural es una realidad preocupante y que dibuja una “brecha digital” cada vez más grande entre quienes tienen mayores posibilidades económicas y quienes no. Podemos reflexionar entonces que el uso de las tecnologías digitales se ha convertido en una nueva forma de exclusión a distintos sectores, puesto que a pesar de ayudar a lograr una democratización en el uso de distintos recursos, cierran, por otro, innumerables posibilidades de crecimiento a las personas que, por diversas razones, son ajenas al ciberespacio.
El problema es complejo, pues los pueblos indígenas reclaman ahora su derecho al acceso total a las NTIC que, por lo pronto ha sido de manera limitada, con manifestaciones de cambio cultural, intercambio simbólico, redes virtuales indígenas, nuevas formas de representar la realidad, comunicación en tiempo real, sentidos colectivos, lenguaje virtual, giros lingüísticos y en todos aquellos entramados socio técnicos que impone la utilización de la red.
Así emerge una nueva forma de exclusión y de centralización del poder en quienes manejan o cuentan con los recursos tecnológicos que satisfacen intereses políticos o mercantilistas, quedando sólo en la teoría los principios de diseño de la red de redes: universalidad, libertad de expresión y democracia.
Telecomunicaciones Indígenas Comunitarias, Asociación Civil, nace en el 2014 como un proyecto social para construir alternativas de telecomunicación autónoma, segura y asequible tomando como base la comunicación como un derecho individual y colectivo fundamental, fortaleciendo los procesos de comunicación, autonomía, libre determinación y buen vivir de las comunidades indígenas y rurales a través de procesos participativos y con perspectiva de educación popular, cultura libre y derechos digitales. Surge como una propuesta que desafía precisamente el acaparamiento de los recursos tecnológicos de unos cuantos grupos de poder.
TIC A.C. respeta y basa su proyecto en las formas organizativas propias de las comunidades indígenas y rurales, lo que permite el crecimiento y desarrollo adecuado de cada sistema de comunicación celular que se instala, opera y administra.
Actualmente integran la red 18 comunidades indígenas pertenecientes al estado de Oaxaca y una al estado de Guerrero, logrando una cobertura a más de 70 localidades que beneficia alrededor de 4 mil personas usuarias. La vida para estas personas ha cambiado con su nuevo sistema de comunicación comunitario y ha representado, al mismo tiempo, una nueva forma de relacionarse intracomunitariamente y de la comunidad con el exterior.
La telefonía celular comunitaria contribuye al ejercicio del derecho a la comunicación y permite el acceso a otros derechos como la educación, la seguridad, la salud, entre otros y genera dinámicas sociales distintas entre la población en temas como la migración, la defensa de su territorio, la economía local, etcétera.
Son varios los desafíos que enfrentamos, entre éstos, la expansión del proyecto a los estados a los que se otorgó la concesión social indígena en el 2016: Oaxaca, Guerrero, Puebla, Chiapas y Veracruz; alcanzar el cien por ciento de la sostenibilidad de cada red y por tanto de asociación civil; la transición al sistema 4G considerando que el uso que se la da a Internet en América Latina se reduce a información general y entretenimiento; aún no se ha logrado una intercomunicación tendiente al desarrollo comunitario, local y regional de las poblaciones marginadas.
Pero en definitiva consideramos que el mayor reto se presenta para las comunidades indígenas y rurales, por la supervivencia de sus culturas ancestrales, mantener sus raíces y continuar no sólo con su propia visión del mundo y el buen vivir, sino luchando día a día para tener participación en la vida social, política, cultural y económica en sus respectivos países. •
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