or mucho, las remesas ocupan el primerísimo lugar en captación de divisas, las cuales ingresan al país sin restricciones y en beneficio de millones de familias mexicanas. Según las últimas cifras disponibles (al cierre de noviembre de 2019), el año pasado los paisanos inyectaron cerca de 33 mil millones de dólares (alrededor de 650 mil millones de pesos) a la economía nacional, monto 60 por ciento superior al dinero proveniente de la exportación petrolera.

Desde que el neoliberalismo se instaló en Los Pinos (diciembre de 1982) su promesa recurrente fue llevar al primer mundo a los mexicanos, aunque nunca aclaró cómo y en qué condiciones lo harían, por lo que de ese año al cierre de 2018 el número de connacionales en Estados Unidos pasó de alrededor de 2 millones a 12 millones. Esa fue la puerta al primer mundo que, obligados, debieron cruzar ante la carencia de oportunidades en su propia casa.

De manera Paradójica, las remesas enviadas por los expulsados de su propio país se han convertido en uno de los pilares más sólidos de la economía mexicana, pues en el balance es necesario recordar que en los últimos 30 años (1989-2019) los paisanos inyectaron alrededor de 470 mil millones de dólares (algo así como 44 por ciento del producto interno bruto a precios actuales) a la misma economía que sin misericordia los echó.

El monto de las remesas (y de expulsados de su tierra) ha aumentado en forma sostenida. En 1989 sumó mil 680 millones de dólares, y tres décadas después (a noviembre de 2019) se aproximó a 33 mil millones, una diferencia cercana a 2 mil por ciento en el periodo.

Por décadas –a partir del boom resultante de Cantarell– el ingreso por exportación petrolera ocupó el primer lugar en captación de divisas para el país. Millones y millones de dólares provenientes del oro negro ingresaron a la economía mexicana, aunque buena parte de esa derrama se dilapidó, pues terminó en el gasto corriente y, desde luego, en la corrupción. Con el desplome de los petroprecios – que comenzó en 2013– dicho ingreso fue amainando, aunque de cualquier forma se mantiene como uno de los más importantes para la economía nacional. Así, a noviembre en 2019 México captó alrededor de 20 mil 500 millones de dólares (los datos son de Pemex) por exportación de hidrocarburos. En cambio, las remesas de los paisanos aumentan de forma sostenida.

Del sexenio de Miguel de la Madrid no hay detalle sobre el caso, pero en el recuento, durante la estancia de Carlos Salinas en Los Pinos los paisanos enviaron cerca de 16 mil millones de dólares, y con Ernesto Zedillo el saldo creció a 30 mil 500 millones de billetes verdes.

Con el panismo en el gobierno, la emigración de mexicanos aumentó velozmente. Fox presumía y estimulaba, en una suerte de presidente-pollero, la exportación de jardineros mexicanos de muy buena calidad, y las remesas en su sexenio sumaron 92 mil millones de dólares.

El comandante Borolas, Felipe Calderón, le agarró gusto al perverso juego de expulsar mano de obra para captar divisas, y los paisanos enviaron unos 140 mil millones de dólares. Peña Nieto mantuvo el esquema: en su sexenio los expulsados de su tierra inyectaron a la economía mexicana alrededor de 160 mil millones de billetes verdes. En el primer año del presidente López Obrador enviaron casi 33 mil millones de dólares (a noviembre de 2019).

Las rebanadas del pastel

Qué raro. Los mexicanos sin calzones, pero a Felipe Calderón, entonces inquilino de Los Pinos, se le ocurrió la brillante idea de comprar tremendo avión por 750 millones de dólares (dejó la deuda para sexenios posteriores), y la mayoría de los medios de comunicación aplaudieron a rabiar (¿de a cómo la ovación?) Pero hoy que esa aeronave está en venta y su mantenimiento ha costado 30 millones de pesos, esos mismos medios exigen explicaciones por el derroche… en tiempos de López Obrador.

cfvmexico_sa@hotmail.com