l anunciar el megagasolinazo (con aumentos hasta de 24 por ciento) que entró en vigor el 1º de enero de 2017, el entonces secretario de Hacienda, José Antonio Meade, aseguró que tal decisión no impactaría en la inflación y a los consumidores exigió no asustarse.

¿Qué sucedió? excatamente lo contrario a lo dicho por el ex funcionario; es decir, los consumidores se apanicaron, la inflación general se duplicó y la incidencia del megagasolinazo en el índice nacional de precios al consumidor (INPC) fue factor determinante para que otros precios escalaran.

Según información del Inegi, 2016 cerró con inflación anualizada de 3.36 por ciento y para diciembre de 2017 –ya con el megagasolinazo en vigor– esa proporción escaló a 6.77 por ciento, la mayor del sexenio peñanietista. En 2018 el gobierno priísta hizo circo, teatro y maroma para que los precios de los combustibles no se les fueran de las manos.

Aun así, ese año la inflación fue de 4.83 por ciento, muy por arriba de la meta del Banco de México, pues los precios de los combustibles no dejaron de subir. De hecho, las cifras oficiales documentan que en el gobierno de Peña Nieto prácticamente la mitad de la inflación acumulada fue causada por el megagasolinazo (en el primer año de gobierno de López Obrador la inflación acumulada fue de 2.83 por ciento).

Tras el anuncio de Meade (quien 11 meses después fue destapado como candidato tricolor al hueso mayor) en este espacio se recordó que en los tiempos neoliberales (de Miguel de la Madrid a Peña Nieto) el precio de la gasolina se incrementó más de 92 mil por ciento y el del diésel 174 mil por ciento (al momento del anuncio del megagasolinazo), contra una inflación acumulada en el periodo de 56 mil por ciento (hasta diciembre de 2016).

Lo anterior resulta útil para dar contexto a lo dicho ayer por el procurador Federal del Consumidor, Ricardo Sheffield Padilla: si el comportamiento de los precios de las gasolinas en el primer año del presidente López Obrador “lo vemos nosotros desde el punto de vista del INPC y tomamos de partida la quincena de julio de 2018 (aún en el gobierno peñista), donde hubo un aumento muy significativo en los gasolinazos del sexenio anterior, podemos ver claramente que no sólo ha habido estabilidad, sino una baja en los precios de los combustibles”.

De hecho, el informe más reciente del Inegi sobre el comportamiento del INPC en 2019 señala con claridad que ese año los precios de las gasolinas tuvieron una baja anualizada de 0.54 por ciento respecto de diciembre de 2018. No sólo eso: al cierre de 2019 los videntes financieros de siempre regaron apocalípticas versiones de que 2020 se estrenaría con “otro gasolinazo” que provocaría un alza inmediata de no menos de 5 pesos el litro en los precios finales al consumidor, pero nada de ello sucedió.

Al contrario, el titular de la Profeco subrayó que para 2020 los consumidores pueden esperar el cumplimiento de la política del presidente López Obrador; en 2019 los precios de los energéticos en el país (gasolina, diésel, gas y electricidad) tuvieron un comportamiento estable y así continuarán este año.

Según Sheffield Padilla, “con la política federal de no aumentos a los combustibles, se puede ver una estabilización continua en los últimos 13 meses, con excepción del periodo del combate al huachicol”, cuando se dio un aumento abrupto muy pequeño y luego una estabilización continua. También la estabilidad cambiaria y la política fiscal adecuada han sido factores importantes, como lo ha sido el combate al robo de combustibles, en el que ha sido decisivo el trabajo coordinado de todas las dependencias del gobierno federal.

Las rebanadas del pastel

¿Cuál es el quid de las diferencias entre la Fiscalía General de la República y la Unidad de Inteligencia Financiera: interpretaciones distintas o choque de egos?

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