Calculan que desde 2006 han desaparecido 50 mil personas; se desconoce la cifra de menores afectados
Lunes 6 de enero de 2020, p. 5
El dolor retratado a través de dibujos. Trazos con los que expresan la aflicción por ser hijo, nieto o sobrino de una persona desaparecida. Pinturas que reflejan el doble abandono que sufren: uno por la ausencia de su desaparecido y otro más, el de aquellos familiares que los han tenido que dejar para ir en búsqueda de los ausentes, ante la ineptitud de las autoridades.
Con sus pequeñas manos embarradas de acuarela exteriorizan sus mensajes, algunos de ellos desgarradores: ¡Te buscaré abuelito! Te amo por siempre
, “Siempre te buscaré… hasta mi último día, hermanito”, El motivo por el que dibujo es porque se llevaron a mi tía
.
Se trata de dibujos elaborados durante el primer campamento de niños y niñas familiares de desaparecidos, que realizó el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (Cedehm), colectivo dedicado a la lucha por la búsqueda de desaparecidos, en Cuauhtémoc, Chihuahua, que reunió a 12 menores.
El Estado mexicano estima en más de 50 mil la cifra de desaparecidos en el país de 2006 a la fecha; un dato que no se conoce o parece no importar es el número de niños que han perdido a un familiar por esta situación, y menos aún ha sido motivo de interés el sentir y porvenir de esos pequeños.
El campamento surgió con el objetivo de que los menores pudieran expresar sus sentimientos respecto a la desaparición forzada y además conocieran a otros hijos –ahora ya adultos– que pasaron por el mismo proceso.
Además de los dibujos se realizaron murales en los que se pintaron figuras humanas en papel craft, que representaban a sus familiares desaparecidos en el contexto de violencia de Cuauhtémoc, que según la sicóloga del Cedehm, Andrea Cárdenas Domínguez, hace que niños y niñas sean más susceptibles de ser cooptados por el crimen organizado y el narcotráfico.
Fernanda –se le da ese nombre para protección– suele participar en las actividades del Cedehm. Pamela, su madre, está desaparecida desde el 25 de junio de 2010, cuando fue secuestrada por militares y policías en Chihuahua. Desde entonces su abuela y la hermana de ésta se hicieron cargo de ellas, pero no sabían cómo contarles la verdad, por lo que se limitaban a decirles que Pamela trabajaba en otro estado.
Fue hasta 2015, cuando una sicóloga del colectivo les dijo la verdad a Fernanda, hoy de 15 años, y a su hermana, un año menor. Gracias a eso, tanto las niñas como su abuela y su tía abuela se quitaron un peso de encima, pues ya no sabían qué hacer.
Las mentiras no te llevan a nada. Para tapar una, debes inventar otra y así sucesivamente. Llegó un momento que las niñas se dieron cuenta que lo que les contábamos no podía ser. Ellas ya estaban esperando que les dijéramos lo que había pasado, ya presentían algo
, explica la abuela Lourdes en entrevista con La Jornada.
Desde muy pequeñas, Fernanda y su hermana acuden frecuentemente al Cedehm, donde se han dado cuenta que no tienen que pasar el proceso de la desaparición de su madre solas. Antes pensaba que era la única hija de desaparecida, bueno no la única, pero sí diferente al resto de los demás niños. Ahora sé que somos muchos y sentimos el mismo dolor
, dice la pequeña.
Gracias a las actividades en este colectivo ha superado su timidez y trata de socializar más. Aunque el dolor es inevitable. Su último recuerdo al lado de su mamá –cuenta– es de cuando era muy pequeña: se preparaban para ir de vacaciones a la playa.
Estábamos muy felices porque era nuestro primer viaje. Antes de irnos, fui a la escuela súper emocionada porque me iban a sacar temprano. Haber conocido el mar junto con ella y mi hermana fue una experiencia muy bonita
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La sicóloga Cárdenas Domínguez, coordinadora del grupo de niñas y niños familiares de desaparecidos del Cedehm, afirma que el doble abandono en el que viven los pequeños familiares de algún desaparecido los hace más susceptibles a ser enganchados por el narcotráfico o crimen organizado, pues viven en condiciones vulnerables de pobreza y violencia.