Domingo 22 de diciembre de 2019, p. a12
Muchos pueden decirnos dónde comer, qué visitar, a qué museo acudir en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Pero para vivirlo hace falta una mirada más profunda, una ruta menos evidente. En este volumen se recomiendan los lugares imperdibles del corazón de nuestra ciudad con una mirada renovada: lugares imprescindibles, personajes icónicos, calles por las que transitan el tiempo y la historia, de la mano de especialistas y amantes del Centro que, por estudiarlo o vivirlo, nos van desvelando sus más íntimos misterios, sus más novedosos hallazgos. Más que una guía, Vivir el Centro Histórico, publicado por Nacional Monte de Piedad y Ediciones El Viso, propone redescubrir esta zona de la ciudad, ya sea como turistas o como visitantes habituales, para volver a maravillarnos con sus tesoros.
Quien tenga esta guía entre las manos descubrirá el Centro de la voz de curadores, melómanos, cronistas, sibaritas, paisajistas y aficionados, cuyas muy distintas miradas y recomendaciones tienen un solo denominador común: una pasión desmedida por el Centro Histórico de la Ciudad de México. Punto neurálgico de este territorio desde tiempos de los mexicas hasta nuestros días, el Centro tiene mucho para todos. Aquí nos dirigimos lo mismo a quienes lo descubren por primera vez que a quienes lo frecuentan con cierta asiduidad, pero que no por ello dejan de sorprenderse.
En las primeras páginas, le damos la palabra a expertos en gastronomía, música y artes plásticas para que nos revelen el Centro que sus sofisticados sentidos les han permitido descubrir, respectivamente: lugares para comer fuera de serie, sótanos donde tocan las bandas del futuro, murales que el ojo común no suele detenerse a mirar.
Enseguida, proponemos lo que consideramos es un día ideal en el Centro, un área de la ciudad que definitivamente no es la misma en lunes que en sábado ni mucho menos en domingo.
Luego vienen los pequeños perfiles de muy distintas personas cuya labor da vida y carácter al Centro: todo lo que cabe entre un sacerdote abocado a salvar el patrimonio de la Catedral Metropolitana y la tercera generación de una familia de empresarios sombrereros que no se han movido de su local en los portales del Zócalo.
Nos seguimos con algunas calles, sus vericuetos y sus historias; una selección de edificios que, juntos, dan la pauta de la evolución arquitectónica de México; una selección de templos particularmente representativos de la labor de la Iglesia en esta ciudad; y cerramos con una descripción de las principales plazas y jardines, esos bellos sitios de reunión espontáneos y democráticos por naturaleza. También recogimos fechas para tener en cuenta: desde fiestas populares hasta festivales culturales.
circula en librerías
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Por último, y en parte a manera de guiño, incluimos un glosario de términos indispensables para entender una subcultura que si bien no es exclusiva de la zona, sí sigue vigente ahí de una manera muy particular.
Con esto, esperamos ofrecer al usuario todo lo que necesita para apropiarse del Centro de todos y hacerlo muy suyo.
Moneda
Cuando Nueva York, o Filadelfia, por no decir Washington, DC, eran meros pantanos y yermos, desde siglos antes la Ciudad de México tenía catedral, palacios de gobierno y arzobispal, conventos masculinos y femeninos, una imprenta y una universidad. Todo ello concentrado particularmente en unas cuantas cuadras de la calle de Moneda, la cual ha sido testigo de acontecimientos señeros de la cultura mexicana: desde el milagro guadalupano, la primera imprenta del continente o los albores de la gesta independentista hasta el movimiento de autonomía universitaria.
Recorrido
Dejando de lado el Zócalo (p. 246), Moneda comienza en la placita del Seminario, a un costado del Sagrario catedralicio. Ahí están el Museo UNAM Hoy, sitio original de la Real y Pontificia Universidad de México, el Palacio Arzobispal –hoy Museo de la SHCP, con obras de Carrington, Soriano, Rojo, Cuevas, Felguérez o Anguiano, por ejemplo– y la antigua Casa de Moneda, ahora Museo Nacional de las Culturas. La Casa de la Primera Imprenta de América –que pertenece actualmente a la UAM–, es el lugar donde el taller del italiano Juan Pablos produjo, en 1544, el primer libro impreso del continente: la Doctrina christiana para instrucción e información de los indios por manera de historia, del arzobispo Zumárraga. En Moneda está asimismo el templo barroco de Santa Teresa la Antigua –convertido en el vanguardista espacio Ex Teresa Arte Actual– y el ecléctico Palacio de la Autonomía de la UNAM, en la esquina con Licenciado Verdad y, sobre la calle de La Academia, el Museo José Luis Cuevas, que ocupa el antiguo claustro del Convento de Santa Inés, fundado en 1600, y la Antigua Academia de San Carlos de la UNAM, asentada sobre el lugar del Real Hospital del Amor de Dios, apadrinado por el emperador Carlos V y fray Juan de Zumárraga a partir de 1540.
Finalmente, cuando la calle cambia de nombre a Emiliano Zapata y se estrecha, hay un moderno deprimido que permite caminar cómodamente, apreciar obras de arte urbano y mirar no pocos edificios notables, entre ellos, las iglesias de la Santísima Trinidad (p. 190) y de la Santa Cruz y, en la Plaza de la Soledad, Nuestra Señora de la Soledad.
