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Inversión: discurso y realidad // Hechos, no compromisos

A

lo largo de su primer año de mandato, en innumerables ocasiones el presidente López Obrador se ha reunido con las cabezas visibles de los organismos cúpula del sector privado, quienes no han perdido ocasión para comprometer multimillonarias inversiones en todos los sectores económicos, siempre por el bien del país. Si se sumarán los montos ofrecidos, la cifra alcanzaría proporciones de ensueño, pero hasta ahora tal discurso no ha trascendido el micrófono y a estas alturas los indicadores de inversión se mantienen a la baja.

No es novedad, porque esa ha sido la constante a lo largo de muchos años y durante un buen número se sexenios, y uno de los organismos privados más aplicados en estas artes ha sido el Consejo Mexicano de Negocios que congrega a los ricos entre los ricos. Tradición de sus integrantes es que cuando menos una vez al año se reúnen con el presidente en turno y públicamente comprometen cantidades celestiales de inversión. Pero de allí no pasan.

De ello da cuenta el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico: la baja inversión pública y privada no es coyuntural, sino un problema sistémico generado hace casi cuatro décadas y que en años recientes se ha exacerbado. Hoy se invierte no sólo menos que en 1993 y la mitad de la realizada en 1980.

De ese tamaño es el rezago, inversamente proporcional a los discursos y compromisos que prometen voluminosas inversiones, algo que se registra prácticamente todos los días. Sin embargo, el más reciente informe temático del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas (CEFP) de la Cámara de Diputados advierte que con cifras originales, la inversión fija bruta total, que representa la producción de bienes no destinados al consumo inmediato y que constituye la variación del saldo de capital, pasó de un descenso de 1.56 por ciento en septiembre de 2018 a un decremento de 6.79 por ciento en el mismo mes de 2019; manteniéndose en terreno negativo por octavo mes consecutivo.

Lo anterior, señala el CEFP, se explica por el comportamiento negativo de sus principales componentes. Bajo cifras desestacionalizadas, la inversión retrocedió, dado que fue de una ampliación mensual de 1.39 por ciento en agosto a un declive de 1.25 por ciento en septiembre de 2019, ante el comportamiento mixto de sus elementos esenciales.

Así, en los primeros nueve meses de 2019, de acuerdo con las cifras originales, la inversión fija bruta tuvo resultados negativos debido a que tuvo una caída de 4.85 por ciento cuando en el mismo lapso de 2018 había aumentado 2.5 por ciento, lo que resultó del menoscabo de sus componentes, especialmente los relativos a la construcción y a maquinaria y equipo.

La inversión en construcción se deterioró al ir de un aumento de 1.32 por ciento entre enero y septiembre de 2018 a un decremento de 3.2 por ciento en el mismo lapso de 2019. Por el lado de maquinaria y equipo transitó de un ascenso de 4.09 por ciento a una contracción de 7 por ciento en el citado periodo. La parte nacional se mantuvo en terreno negativo: pasó de una caída de 0.55 por ciento a un decremento de 4.43 por ciento; la importada, de 7.34 positivo a 8.66 negativo.

De acuerdo con diversas opiniones de especialistas en economía del sector privado, las expectativas sobre la evolución de la inversión para el presente año y el siguiente, son menos alentadores. Entonces, menos discursos y compromisos, y más hechos. El país requiere inversión real.

Las rebanadas del pastel

Para aquellos onanistas de golpe de pecho que promueven cambios legales en la materia, el mensaje presidencial no puede ser más nítido y contundente: “la mayoría de los mexicanos está de acuerdo en que prevalezca el Estado laico, lo que establece la Constitución, que garantiza las libertades de creyentes y no creyentes. Nada más que no hay que relacionar los asuntos de las iglesias con lo que corresponde al Estado… Eso ya está resuelto desde hace más de siglo y medio”. Alabado sea Juárez: las cosas se quedan como históricamente se resolvieron en este país.