Ginebra. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, pidió ayer a la comunidad internacional, reunida en Ginebra en el primer Foro Mundial sobre los Refugiados, hacer mucho más para asumir de manera colectiva la carga que significan los desplazados, que hoy día son más numerosos que nunca.

Es hora de responder con mayor equidad a las crisis de refugiados y compartir la responsabilidad, declaró Guterres en la apertura del foro.

Los países en desarrollo acogen a la gran mayoría de los refugiados y deben recibir más apoyo, planteó Guterres ante los jefes de Estado, ministros y directivos de empresas reunidos en Ginebra.

Esta reunión, organizada por Naciones Unidas justo un año después de que se adoptó en Nueva York el Pacto Mundial sobre los refugiados, debe dar un nuevo impulso a la gestión de los desplazados, pero sobre todo ha permitido poner en evidencia los fuertes desacuerdos internacionales sobre este asunto.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que amenaza sin descanso desde hace años con abrir las puertas de su país hacia Europa para dejar pasar a los cerca de 4 millones de refugiados que acoge, lanzó indirectas a la comunidad internacional en la tribuna.

Además de no recibir las ayudas que esperábamos de la comunidad internacional, nos vimos obligados a preocuparnos por nuestra propia protección, sostuvo Erdogan, cuyo país acoge la mayor cantidad de refugiados en el mundo.

Con un récord de 71 millones de desplazados en el mundo en 2018, incluidos 26 millones de refugiados, los países ricos no asumen su parte de responsabilidad, aseveró, y criticó a aquellos que fijaron cuotas para recibir a un número mínimo de personas.

Una necesidad acuciante, especialmente porque las perspectivas no son halagüeñas, constató en cambio el martes el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.

Los dirigentes de Costa Rica, Etiopía y Pakistán, coorganizadores del encuentro junto a Turquía y Alemania, señalaron la importancia de un apoyo financiero hacia los países pobres o emergentes, que reciben a 80 por ciento de los refugiados en el mundo y se sienten abandonados a su suerte.