Javier Aguirre, la razón y la fe...
n febrero de 2015 escribí un artículo en el que señalaba, tras las acusaciones en contra de Javier Aguirre por su presunta participación en un partido arreglado, que sólo había dos opciones. O se trataba de una gran víctima o de un gran mentiroso. Muy en contra de mis costumbres, pero con la confianza que me ha dado el Vasco y con lo que creo conocerlo después de haber estado con él incluso en su casa en un par de ocasiones, en Zaragoza y en París, que se trataba de lo primero: una gran víctima...
Y aquí retomo aquel dicho que dice que puedes engañar a todas las personas algún tiempo, y a algunas personas todo el tiempo, pero no puedes engañar a todas las personas todo el tiempo....
El año pasado en París tuve la oportunidad de platicar largo y tendido con él sobre muchos temas, y como siempre, así como lo he sentido, se expresó sinceramente. Sobre su vida, sobre su trabajo, su familia, sus pasiones… Yo asumí, como siempre, que se había expresado sinceramente. No era posible o era casi imposible que me hubiera mantenido la mirada con la seguridad con la que lo hizo Javier a mis cuestionamientos, algunos de ellos bastante incómodos.
En algún momento hablamos del Mundial de Sudáfrica y si estaba consciente de que se había equivocado, se acomodó en el sillón y me contestó de frente, diciendo que sí, que aceptaba que se había equivocado, y que las razones que soportaban sus equivocaciones eran sus deseos de ganar. Palabras más, palabras menos, me dijo que todo lo que había hecho era con la intención de sorprender a Argentina, y tratar de lavarse la cara de lo que había pasado allá en Jeonju, donde Estados Unidos nos eliminó en 2002.
Seguimos platicando, ya sin cámara de por medio, y lo único que hizo esa plática fue reafirmar mis convicciones de que se trataba, o se trata, de un hombre íntegro. Se dice que Javier participó en la manipulación del juego Levante-Zaragoza del 21 de junio de 2011. Yo lo visité en la ciudad aragonesa justo cuando iniciaba la campaña siguiente, en septiembre de ese año.
Aguirre ha ganado mucho dinero en su carrera, no necesitaba echarse el mundo encima por 85 mil euros. Estoy convencido de que no tiene esa necesidad. No puedo decir que soy su amigo, me encantaría decirlo, pero siempre ha tenido la deferencia de recibirme y platicar conmigo, de contestar todas mis llamadas telefónicas para mi programa de radio.
De lo que recuerdo, me recibió en pleno mundial de Alemania en Munich, dejando sus labores de comentarista en Tv Azteca. Me recibió en Madrid cuando lo nombraron técnico del Atlético, y también estuve con él en Zaragoza y Pamplona, y el año pasado en su año sabático me dedicó unas horas en la Ciudad Luz.
Siempre me ha contestado de frente. Según yo, Aguirre puede ser terco hasta más no poder, pero siempre aposté por que no era un mentiroso profesional, un corrupto, un tramposo. Creo que Javier Aguirre, como yo, y como todos los seres humanos, puede tener muchos defectos, pero nunca creí que tuviera esos.
Tengo una imagen muy diferente de Javier Aguirre. Tengo un concepto muy diferente de Javier Aguirre y ayer la justicia española me dio la razón, salió limpio y como dijera Salvador Díaz Mirón en su poema A Gloria, su plumaje fue de esos, que cruzan el pantano y no se manchan...