La titular de la Secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto, entregó el lunes la Medalla Bellas Artes, con su respectivo diploma, a Agustín Hernández Navarro (1924) en el rubro de arquitectura, y a Xavier Cortés Rocha (1943) en la naciente categoría arquitectura y patrimonio, en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, apuntó: ‘‘Hoy se cumple con la encomienda de reconocer a dos grandes sabios, maestros, arquitectos, que han entregado su vida, en su propia ruta, aunque al mismo tiempo contribuyendo en una relación absoluta de arquitectura, patrimonio e identidad”.

Respecto de Hernández, la funcionaria dijo que ‘‘rebeldía y congruencia son dos características que lo animan, no sólo a sostener esa visión de desmarcarse de las tendencias dominantes de la arquitectura y buscar en sus propias raíces de memoria prehispánica un sentido de contemporaneidad, sino que además nos deja desde esta familia artística a la que pertenece una arquitectura que tiene emoción y que nos llena de orgullo y de alegría el sabernos mexicanos cuando admiramos su trabajo”.

Por otro lado, continuó Jiménez, ‘‘decidimos abrir la medalla de patrimonio porque no es posible separarlo de la arquitectura, ni entenderlo sin unas bases de diseño, de estéticas y sin una memoria histórica”. La directora del Inbal sostuvo que al proponer su creación a la secretaria de Cultura federal, Frausto, ésta contestó: ‘‘Por supuesto, esa medalla debió de haber existido hace mucho”.

Sobre el aporte de Cortés Rocha, Lucina Jiménez manifestó que éste no ha dudado en ‘‘entregar su vida a las instituciones, algo que me gustaría subrayar porque hacer institucionalidad en un país como México es también crear gobernabilidad. Es generar posibilidades de fortaleza de un país que requiere, en efecto, una fuerza en sus instituciones”.

Hernández Navarro recordó sus estudios en la Academia de San Carlos, donde figuras como Diego Rivera, su hija Ruth y Gerardo Murillo Dr. Atl alabaron su proyecto de tesis. La enseñanza allí era muy rígida, con base en re-tículos y cuadrados de los que no se podía salir para hacer algo nuevo. A partir de allí el joven arquitecto se propuso no caer en la comodidad de ‘‘un estilo reiterativo” que lo transportara de un proyecto a otro.

El premiado encontró un cliente ideal en su hermana, la bailarina Amalia Hernández. Siempre buscó que la arquitectura no fuera una construcción más, sino que llegara a un nivel superior del arte.

Cortés Rocha señaló que incursionó en el ámbito del patrimonio por la invitación en 2001 de ocupar la Dirección de Obras en Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural. La obra más relevante fue la ejecución de un plan maestro para rehabilitar la Catedral de México.

A ese acto asistieron Enrique Graue, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México; María Cristina García Cepeda, ex titular de Cultura federal, e integrantes del gremio arquitectónico.