En Puebla, el BAMX los recupera y reparte cada mes a 145 mil personas
Lunes 2 de diciembre de 2019, p. 26
Los bancos de alimentos se han convertido en un mecanismo para enfrentar el hambre y la desnutrición en México, donde más de 52 millones de personas viven en condiciones de pobreza y, de manera paradójica, se desperdician más de 20 millones de toneladas de alimentos cada año.
En Puebla, el Banco de Alimentos Cáritas (BAMX) distribuye despensas con productos que no pudieron ser exportados, frutas y verduras que no cubren las condiciones de calidad para su venta, y con el alimento dejado por un cliente de tiendas de autoservicio.
Con 45 mil unidades distribuidas cada mes, las despensas se entregan a casi 145 mil personas en condiciones de inseguridad económica en comunidades de Puebla y Tlaxcala. Esas comunidades, en acuerdo con BAMX y Monte de Piedad, deben atender una capacitación laboral con la finalidad de generar eco-nomía local y crearse empleos dignos que les permitan salir de la dependencia alimentaria siendo emprendedores.
Los resultados de esa capacitación se reflejan en la elaboración de productos como salsa catsup hecha con jitomates que no fueron exportados, o guantes de cocina confeccionados con el desperdicio de una fábrica de calcetines.
Un círculo virtuoso
Es un proceso de cambio y de creación de un círculo virtuoso: transitar de la asistencia al desarrollo sostenible de las comunidades, dijo Marisol Fernández Alonso, directora de inversión social del Nacional Monte de Piedad, institución de asistencia privada que tiene entre sus programas apoyos en capacitación en comunidades vulnerables a través de bancos de alimentos.
México tiene la segunda red de bancos de alimentos más importantes del mundo, después de Estados Unidos, con 60 sedes en 27 entidades federativas, dijo José Miguel Rojas Vértiz, director de BAMX en la ciudad de Puebla, la cual rescata y distribuye alimentos a la población en condiciones de inseguridad económica, tanto en la capital como en localidades cercanas a ésta.
En la cadena productiva agroalimentaria, 27 por ciento de los comestibles se desperdician en la producción y 28 por ciento en la etapa final de la comercialización a los consumidores, por lo que los bancos de alimentos, como BAMX, recuperan los productos perecederos en las etapas de la comercialización y el consumo de los alimentos.
México pierde o desperdicia 34 por ciento de los que produce y, con base en un análisis de 79 productos, se calcula un desperdicio de 20.4 millones de toneladas cada año, según el estudio del Banco Mundial Pérdidas y desperdicios alimentarios en México.
El BAMX se localiza en un parque industrial de Coronango, al norte de la ciudad de Puebla. Ahí llegan cargas de lechuga, chilacayote y jitomate sin condiciones de ser exportados a otros países, o porque han bajado sus precios y no es rentable cosecharlos. Si el jitomate, por ejemplo, no tiene color rojo vivo, sólo por ello se envía al BAMX.
Rojas Vértiz dijo que el rescate de alimentos en la etapa de la producción se ha complicado para el BAMX, porque el gobierno de Andrés Manuel López Obrador canceló un programa de empleo temporal, el cual permitía a la población rural recolectar los alimentos no óptimos para su comercialización.
En la bodega del banco, incluso, la semana pasada había 78 tarimas de 960 kilos con paquetes de jugos en tetrapack que debieron ser exportados a Medio Oriente. Los envases, con tipografía árabe, no pueden comercializarse en México por lo que pueden distribuirse a la población vulnerable en lo económico, explicó Rojas Vértiz durante un recorrido por el BAMX.
Las despensas que se entregan a la población necesitada contienen frijol y arroz, hortalizas, refrescos, aceite, galletas, pan salado y dulce. Es decir, alimentos que estuvieron en peligro de desperdiciarse.
De la asistencia al desarrollo sostenible
El cambio de paradigma es transitar de la asistencia al desarrollo sostenible. Con base en esta premisa, BAMX desarrolla programas para capacitar a la población vulnerable y apenas el viernes organizó la segunda Feria del emprendimiento comunitario.
En este encuentro, mujeres de Xaltelulco, Tlaxcala, utilizaron la herbolaria para producir talco para pies, jabones, champú contra las canas y la caída del cabello, o extractos
para problemas en la vesícula. Los insumos incluyen toloache en algunos productos.
En Contla, Tlaxcala, la comunidad decidió usar el totomoxtle, la hoja que envuelve la mazorca del maíz, mientras en Cuautlancingo, Puebla, la comunidad utiliza los desechos que deja la fabricación de calcetines.