ste año ha sido especial para JRR Tolkien (1892-1973), el filólogo, poeta, escritor y catedrático inglés que primero ganó fama debido a la venta millonaria de sus obras de fantasía heroica El hobbit, El señor de los anillos, El silmarillion y Los hijos de Húrin.

Luego la aumentó gracias a la recreación que hizo la industria fílmica de algunas de ellas, y, de paso, sumó millones de nuevos lectores, especialmente en el mundo de habla española.

En mayo pasado se estrenó la película en la que el realizador Dome Karukoski resume la adolescencia y juventud de Tolkien; su participación en el grupo de debate literario, conocido como los Inklings; su amarga experiencia como oficial del ejército inglés en la Primera Guerra Mundial, y su inicio como profesor y escritor.

La película no despertó el mismo interés que las que se basan en sus obras; tampoco fue del agrado de sus herederos, no tanto por su contenido, sino por motivos económicos. Pero están de acuerdo, y muy satisfechos, con la serie que prepara Amazon de El señor de los anillos, que costará millones de dólares.

En cambio, merece todos los elogios la exposición Tolkien: viaje a la tierra media, instalada en la Biblioteca Nacional de Francia. Gracias a su excelente museografía, los visitantes logran adentrarse en el mundo imaginario de El hobbit y El señor de los anillos. Lo hacen por medio de objetos, manuscritos y diseños excepcionales (más de 300) que muestran el mundo fantástico que Tolkien describe en sus libros.

Es un recorrido por la geografía, el arte y la arquitectura de la Tierra Media, por el lenguaje y las costumbres de los habitantes de cada lugar descrito en sus obras. Todo ello acompañado por el análisis literario del reconocido lingüista y filólogo.

En la que es la mayor muestra sobre su trabajo, están sus manuscritos y libros en poder de la citada biblioteca, así como acuarelas, grabados, tapices y numerosos objetos provenientes de varios museos de Europa.

El señor de los anillos en su esplendor.