México en el sótano salarial // Poder adquisitivo prófugo
in novedad en el frente: el salario mínimo en México es el más bajo de América Latina, amén de que los indicadores sociales ubican a nuestro país en el segundo país latinoamericano con las tasas de pobreza y pobreza extrema más altas (sólo detrás de Honduras), pues 41.5 por ciento de la población sobrevive en pobreza por ingresos (proporción que aumenta a 45.4 en el caso de los indígenas) y 10.6 por ciento en pobreza extrema. Así, la mexicana es una de las sociedades más desiguales y pobres
de la región ( La Jornada, Dora Villanueva).
Los porcentajes y la frase que se citan corresponden, respectivamente, al informe Panorama social de América Latina 2019 divulgado ayer por la Cepal y a la secretaria ejecutiva de dicho organismo, la mexicana Alicia Bárcenas, y si bien ninguno descubre el hilo negro, sí ponen el dedo en la llaga, en uno de los más ignominiosos resultados de la política económica y social del gobierno mexicano y de la indolencia general para superar tan dramática situación en la que se encuentran millones y millones de connacionales.
En buena medida el motor de la pobreza es el raquítico ingreso –o de plano la carencia absoluta– que obtienen los mexicanos, cuyo poder adquisitivo se ha movido vertiginosamente, pero en caída libre, de tal suerte que (tomando el salario mínimo como referencia) el desplome ha sido sostenido y brutal, en especial a lo largo de los seis gobiernos neoliberales.
Sirva de referencia que de la llegada de Miguel de la Madrid a Los Pinos (primero de diciembre de 1982) y la salida de Enrique Peña Nieto de la misma residencia (30 de noviembre de 2018), la inflación acumulada en el periodo fue de 63 mil 236 por ciento (la medición oficial es del Inegi), mientras los aumentos
al salario mínimo en igual periodo (de acuerdo con la información de la Conasami) sumaron 19 mil 150 por ciento, es decir, una diferencia de 3.3 tantos a favor de la inflación, o si se prefiere en contra de lo que queda de poder adquisitivo, que a estas alturas hay que registrarlo con microscopio.
Si a lo anterior se suma que cada día que transcurre se importan más y más productos de consumo popular (alimentos, en especial), entonces es el acabose, porque en el periodo de referencia el tipo de cambio peso dólar se incrementó (obviamente a favor del billete verde) 13 mil 300 por ciento, sin olvidar que la competitividad
(para atraer inversión foránea) y el control de la inflación se basó en la rigurosísima contención salarial (mientras los barones hinchaban sus alforjas).
La Cepal detalla que en 2018 el salario mínimo de Estados Unidos resultó seis vecesmayor que el promedio del salario mínimo en México y las naciones centroamericanas, y en el caso del salario medio la diferencia fue aún más pronunciada: el estadunidense era 12 veces superior.
Para el caso concreto de México, la citada diferencia fue mucho mayor en salario mínimo (13.36 veces, pues el de Estados Unidos fue de mil 764 dólares mensuales contra 132 dólares de aquí), pero igual a lo descrito por la Cepal en cuanto al salario medio (3 mil 922 dólares en Estados Unidos y 328 dólares en nuestro país, con mano de obra de calidad equivalente; en ambos casos los montos citados son los menores en América Latina).
Sólo como ejemplo, el salario mínimo vigente en Argentina resultaba ser uno de los mayores de América Latina (en el mandato de Cristina Fernández), pero lamentablemente para esa nación se topó con Mauricio Macri, quien durante su presidencia (2015-2019) no dejó piedra sobre piedra. Al inicio de su mandato el miningreso equivalía a 602 dólares y ya que se va (deja la Casa Rosada el próximo 10 de diciembre) el nivel se desplomó a 289 dólares.
Lo contrario sucedió en Bolivia: cuando Evo Morales llegó a la presidencia de ese país, el salario mínimo equivalía a 55 dólares mensuales; cuando el golpe de Estado ese indicador sobrepasaba los 310 dólares.
Las rebanadas del pastel
De pilón, Alicia Bárcenas deja un recado para quien lo quiera leer: no creemos que México esté en recesión
. Se toman apuestas.