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El INE de cara a 2021
E

l Instituto Nacional Electoral es una institución fundamental en la vida pública. Es el resultado de nuestro proceso de transición democrática por la vía pacífica y de nuestra apuesta histórica por reconocer y valorar el pluralismo político e ideológico. Es una construcción colectiva que simboliza el pacto democrático que varias generaciones de luchadores sociales, políticos, académicos, periodistas, partidos y organizaciones de la sociedad civil hemos construido juntos.

La razón de ser del INE es crear las condiciones necesarias para que millones de mexicanos puedan votar en libertad y con la seguridad de que su voto será contado, pero también para garantizar que la competencia política sea equitativa y que ningún partido o candidato sea beneficiado por una cancha dispareja en su favor.

En los últimos cinco años, desde que el IFE se transformó en INE, se han llevado a cabo 198 procesos electorales: cuatro a escala federal, incluida la elección del Presidente de la República en 2018; 36 elecciones de gobernador y jefa de Gobierno, 63 de congresos locales y 97 comicios municipales. Y el grado de alternancia alcanzado en esos procesos es de 60 por ciento; es decir, que el partido que ganó una elección en seis de cada 10 casos ha perdido la elección siguiente porque el voto ciudadano se orientó por otra opción política.

Ningún partido es beneficiario único de ese fenómeno; todas las fuerzas políticas han ganado y han perdido, creándose una normalidad democrática en la que todos cuentan con posibilidades reales de ganar y nadie tiene garantizado el ejercicio del poder para siempre.

Éste, que ha sido el periodo electoral menos conflictivo y con mayor grado de alternancia de nuestra historia, es obviamente un triunfo de la ciudadanía que, con su participación, hace las elecciones en México; pero el INE ha estado ahí para garantizar que los electores decidan libremente quién y por cuánto tiempo ocupa el poder político.

Las condiciones democráticas que hoy tenemos han sido el resultado de un largo camino de al menos 30 años, en los que se han ido mejorando las condiciones de la competencia y del voto libre: se garantizó que los partidos políticos contaran con recursos suficientes y con tiempos en la radio y la televisión para que sus propuestas y candidatos sean conocidos por la ciudadanía; se creó un sistema de fiscalización que vigila el flujo del dinero que financia la política; se construyeron blindajes para que el voto pueda ser emitido sin cortapisas y contado con absoluta precisión; han surgido decenas de nuevas fuerzas políticas, se abrió la puerta a las candidaturas independientes y se crearon las condiciones para litigar en tribunales los conflictos derivados de la contienda por el poder.

Hoy, en México las elecciones ya no son un problema, como ocurría hace tres décadas, sino parte de la solución a nuestros graves problemas nacionales.

A pesar de que lamentablemente México es profunda y oprobiosamente desigual, el nuestro es un país donde el voto es libre, cuenta y se cuenta bien. Por eso, gracias a la calidad técnica de nuestras elecciones, a las condiciones de cancha pareja que el INE preserva, el pueblo mexicano, en su riqueza, pluralismo y diversidad, pudo y puede expresarse libremente en las urnas, lo que ha convertido al país en un referente para otras democracias en todo el mundo.

En el contexto actual, cuando se decide el futuro de los órganos autónomos constitucionales y se debate el Presupuesto de Egresos de la Federación del próximo año, el INE refrenda su compromiso con el Estado mexicano.

Somos celosos de nuestra autonomía, pero siempre hemos estado dispuestos –y lo seguiremos estando– a colaborar con diversas instancias del gobierno federal para generar sinergias que nos permitan economizar recursos y satisfacer derechos, como el contar con un padrón electoral confiable y una credencial para votar que es, al mismo tiempo, el medio de identidad más usado por la ciudadanía. Estamos convencidos de que esa colaboración debe fundarse en el respeto recíproco y en la observancia de nuestras respectivas competencias y de nuestra autonomía.

El INE no está contra las políticas de austeridad del gobierno actual; de hecho, el presupuesto solicitado por el instituto para el ejercicio 2020, que asciende a 12 mil 493 millones de pesos, representa apenas 0.2 por ciento de los más de 6 billones de pesos programados como gasto público del próximo año.

La partida solicitada por el INE busca hacer frente a las necesidades de operación del año y colaborar en las elecciones locales que se celebrarán en 2020 en Coahuila e Hidalgo, pero también servirá para dar inicio a los trabajos de las elecciones federales de 2021, en las que se renovarán la Cámara de Diputados, 15 gubernaturas, 29 Congresos locales y casi 2 mil ayuntamientos.

Será, nuevamente, la elección más grande de nuestra historia, no sólo porque por primera vez habrá elecciones concurrentes con la federal en las 32 entidades, sino por el número de potenciales electores, que llegará a 96 millones.

Ese proceso electoral arrancará en septiembre de 2020, pero en el INE ya comenzamos la planeación y la toma de decisiones que nos permitirán una vez más entregar buenas cuentas a los mexicanos. Toca a todas y todos cuidar nuestra democracia. Necesitamos un INE fuerte y autónomo para que en esa elección la paz pública y la estabilidad política y económica perduren y nos permitan enfrentar juntos los grandes y graves problemas nacionales.

* Consejero presidente del Instituto Nacional Electoral