La exposición Sólo la voluntad me sobra reúne más de 300 dibujos del artista // Marca el final de los fastos por los 200 años del Museo del Prado
Miércoles 20 de noviembre de 2019, p. 3
Madrid. Francisco de Goya relató desde su atalaya de granito un informe pormenorizado y estremecedor de la deriva de la humanidad: su violencia ancestral e implacable, su adoración a la guerra y su estela de destrucción y barbarie, pero también su veneración a la belleza, al amor, a la armonía, a las expresiones más iluminadas y virtuosas.
Confeccionó un relato desde su condición de pintor, pero sobre todo desde su vocación irrenunciable de filósofo ilustrado que miraba desde la torre vigía de su lucidez el control ideológico de las multitudes por las élites, la violencia –especialmente la infligida a la mujer–, la vejez y sus derroteros más amargos. Sus imprecaciones coléricas o armoniosas eran dibujos o pinturas elaboradas con una técnica exquisita que interpelaron hace 200 años al hombre moderno, al que era entonces y en el que se convertiría después.
Filósofo ilustrado y agudo observador de la humanidad
Esa mirada del Goya como ‘‘filósofo ilustrado”, como observador agudo de las verdades más severas y bellas del ser humano se ven con claridad en la nueva exposición del Museo del Prado, Goya: dibujos. Sólo la voluntad me sobra, en la que mediante 300 dibujos y grabados –la mayoría de la colección del recinto– se lanza al debate de nuestra contemporaneidad la rabiosa actualidad de la lucidez, mordacidad y perspicacia de uno de los artistas más influyentes y comprometidos de los últimos siglos. Es, además, una muestra que sirve de colofón a los fastos del bicentenario del museo madrileño y con la que culmina un largo proceso de investigación para elevar aún más la calidad artística y la profundidad filosófica de Goya.
La exhibición que hoy se abre al público es una oportunidad excepcional para ver juntos más de 300 dibujos que abarcan la totalidad de lo que se conoce hasta ahora de Goya, pues se debe recordar que en aquella época los dibujos muchas veces eran considerados meras pruebas preparatorias para los óleos o pinturas de gran formato o, como en el caso de Francisco de Goya, se trataban de documentos privados, íntimos, que incluso eran peligrosos por la dureza de su visión sobre los poderes fácticos de entonces, como la Iglesia católica y sus monjes y sacerdotes pederastas, o la crueldad de los gobernantes.
Los historiadores y estudiosos más eruditos en Goya creen que, como hizo Miguel Ángel Buonarroti, sus primeros dibujos los destruyó; simplemente los tiró a la basura después de que cumplieron su cometido, que no era otro que esbozar sus intenciones para la confección de una obra.
Recorrido cronológico y por asuntos
En la muestra montada en el Museo del Prado están incluidos dibujos de todos las etapas; desde el conocido Cuaderno italiano,que lo acompañó durante su primer viaje por Italia y cuando descubrió las obras artísticas de sus ciuda-des, hasta Los caprichos, los dis-parates, los Cuadernos A, B, C y E y Tauromaquia.
La exposición está pensada para ser vista desde dos perspectivas: la cronológica, en la que se da cuenta de la evolución estética y filosófica de Goya a través de los dibujos; pero quizá la segunda es aún más incisiva: es la agrupación de los dibujos del artista de forma temática para lo que se eligieron los más relevantes de su obra.
Manuela Mena, la prestigiosa historiadora y curadora de la exposición, junto con José Manuel Mantilla, la diseñaron para luchar contra una serie de temas que se han ido creando en torno a la figura de Goya, algunos prácticamente desterrados del imaginario colectivo –como que era un loco, un machista, un rancio nacionalista o un amante de los toros–, pero otros todavía muy asentados que, según esos expertos, no hacen justicia a su obra. Como que fue el ‘‘primer corresponsal del guerra”.
Francisco de Goya ‘‘era un hombre muy racional, un filósofo ilustrado que desde el primer momento le interesó investigar sobre el ser humano desde toda su dimensión y perspectiva. Su maldad, su crueldad, pero también su vocación de crear belleza, su capacidad de amar. Por eso su obra está vigente, es quizá la que mejor y con agudeza interpela al hombre contemporáneo porque lo que angustiaba a Goya hace 200 años sigue presente en nuestra sociedad”, explicó Mena.
Miguel Falomir, director del Museo del Prado, añadió que ‘‘Goya era un autor muy perspicaz que miraba por debajo de las apariencias y era absolutamente clarividente sobre los grandes temas universales de la humanidad”.
La muestra Goya: dibujos concluirá el próximo 16 de febrero.