16 de noviembre de 2019
• Número 146
• Suplemento Informativo de La Jornada
• Directora General: Carmen Lira Saade
• Director Fundador: Carlos Payán Velver
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Territorios Productivos
Salvador Anta Fonseca CCMSS
El pasado 30 de octubre de este año, el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible A.C. organizó el foro “Estrategias productivas comunitarias para la defensa del territorio”, que tuvo como objetivo analizar y revisar algunas estrategias que comunidades y organizaciones sociales de productores han desarrollado para defender su territorio de diversas amenazas, entre ellas los proyectos extractivistas mineros, los parques de energía eólica, las plantaciones agroindustriales que hacen uso excesivo de agroquímicos y la tala clandestina, entre otros.
En el foro se presentó información de estudios que señalan que en años recientes se ha beneficiado la economía de los grandes propietarios y de la iniciativa privada, a través del debilitamiento de los ejidos, comunidades y organizaciones de pequeños productores y de diversos cambios en la legislación nacional. Agradecemos a La jornada del campo, que nos abrió espacio para compartir algunas de las participaciones que se dieron en el foro.
Entre los textos que se incluyen en este número están dos experiencias de comunidades forestales: la de la Unión de Comunidades Forestales Zapotecas-Chinantecas (UZACHI), Oax. y la de la Comunidad de Cherán, Mich.
En el primer caso se trata de una organización integrada por cuatro comunidades que después de luchar hace 35 años para evitar que se renovara la concesión de sus bosques a la empresa paraestatal Fábricas de Papel Tuxtepec (FAPATUX), actualmente han logrado apropiarse del proceso productivo y manejo forestal que le permite generar empleo e ingresos para sus comuneros, así como establecer diversas empresas forestales comunitarias que han logrado diversificar el uso de sus recursos forestales: aserraderos, empresas de ecoturismo, plantas embotelladoras de agua de manantial, producción de carbón de encino, juguetes de madera, carpinterías, entre otras.
En el caso de Cherán, Mich., se resaltó la experiencia de una comunidad que después de muchos años de estar afectada por la tala clandestina por algunos vecinos y el crimen organizado, decidió organizarse e impedir que se siguiera extrayendo madera de manera ilegal. Actualmente una de sus principales actividades es la restauración y reforestación de sus bosques, así como la promoción del aprovechamiento de resina de pino.
Además de estas comunidades, se presentaron los casos de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske, de la Sierra Norte de Puebla; la Cooperativa U Lol Ché, de Quintana Roo; y del Sistema Comunitario para la Conservación de la Biodiversidad (SICOBI) de la Sierra Sur de Oaxaca.
La experiencia de la Tosepan es un caso ejemplar: su lucha inicial fue para enfrentar a los acaparadores de diversos productos de abasto doméstico y del café, y lograron a través de su organización en cooperativas, acopiar el café de sus socios, manejarlo bajo prácticas orgánicas y venderlo en mercados internacionales de café orgánico y de comercio justo, que les dan mejores ingresos. Además del café, ahora comercializan miel, canela, y pimienta. Cuentan con un centro de capacitación para el desarrollo de sus socios, caja de ahorros, tiendas de abasto, tienda de artesanías, y un programa de vivienda sustentable para alcanzar la meta del “vivir bien”. La Tosepan ha logrado incidir en el desarrollo de Programas de Ordenamiento Ecológico participativo, que han generado legislación local que impide el establecimiento de la minería, plantas hidroeléctricas, o fracking en sus territorios.
La Cooperativa U Lol Ché, de productores de miel, expuso la situación que sufrieron sus apiarios, por el uso de un insecticida por parte de un vecino, lo que provocó la muerte masiva de sus abejas. Ello los obligó a emprender una demanda ante las autoridades ambientales y a buscar que se les indemnizara, lo cual lograron tras hacer la denuncia en los medios de comunicación. Actualmente, la Cooperativa está incursionando en los mercados orgánicos de miel y busca ampliar los beneficios para sus miembros, a la vez que protegen las selvas secundarias de su región.
Adicionalmente, se presentó la experiencia de la Fundación Yansa que trabaja con comunidades del Istmo de Tehuantepec, Oax. y Yucatán, en el desarrollo de pequeños proyectos de energía alternativa comunitaria: eólica y solar, en contraposición con los grandes parques eólicos y solares de la iniciativa privada que dejan graves impactos en los territorios.
Por su parte, la antropóloga Giovanna Gasparello reflexionó sobre la relación entre las comunidades y los territorios, una relación espiritual, cultural, laboral e inseparable de la vida misma. También se refirió a las consecuencias aún no previstas de que los hijos de los campesinos estén abandonando sus tierras y de los procesos de despojo que se están viviendo en toda la geografía nacional.
Al final del Foro, se conminó a que se establezcan alianzas entre estas experiencias y otras más, para generar un frente de defensa del territorio más sólido y amplio. Es indispensable visibilizar que la mejor forma de generar desarrollo local, bienestar para la gente y al mismo tiempo conservar los recursos es impulsar esas estrategias productivas sustentables que comunidades y pueblos llevan a cabo.
Desde el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible estamos comprometidos con visibilizar y vincular estos esfuerzos, hoy por hoy la mejor apuesta para revertir la desruralización que está viviendo nuestro país.•
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