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La muestra

Esto no es Berlín

L

a 67 Muestra Internacional de Cine da inicio hoy en la Cineteca Nacional con el estreno de Esto no es Berlín, cuarto largometraje de ficción de Hari Sama (El sueño de Lu, 2011), el relato más personal hasta la fecha del realizador nacido en la Ciudad de México a finales de los años 60.

Importa hacer estas precisiones cronológicas por los tintes autobiográficos de un retrato generacional que, por medio de la relación afectiva de dos adolescentes, explora de modo sugerente y franco las atmósferas enrarecidas de lo que fue la contracultura musical y artística de los años 80. De modo particular, el clima social prevaleciente en 1986 en que se sitúa el relato, poco tiempo después del terremoto que cimbró a la capital del país marcando la emergencia de una sociedad civil organizada. Esto no es Berlín sería una suerte de contrapunto nihilista y desenfadado de esa nueva conciencia social.

La subcultura juvenil que describe Sama –drogas, música punk, provocaciones en el vestuario y en la apariencia andrógina, ambigüedad sexual–, con sus cenáculos de desfogue colectivo (la Quiñonera, el bar de los Aztecas) o sus intervenciones e instalaciones vanguardistas en la música y el arte (de Rita Guerrero a Gabriel Orozco), seduce de modo irresistible al joven Carlos (Xabiani Ponce de León) y a su condiscípulo y amigo Gera (José Antonio Toledano), apartándolos de su universo familiar y de las rutinarias travesuras y riñas escolares, para hacerles descubrir una insólita marginalidad erótica, el quiebre de sus primeras certidumbres morales, y un compromiso político que, en pleno año del Mundial de futbol en México, marcará un rumbo nuevo en sus vidas.

Esa mirada de Hari Sama a su propia adolescencia, remembranza en la que se combinan lo público y lo privado, guarda un paralelismo y marca un claro contraste con lo que Alfonso Cuarón llegó a plasmar en Roma, al evocar una educación sentimental forjada en medio de una ciudad y un ideal de armonía familiar y social que súbitamente entraron en crisis.

No es un azar que un hecho tan trágico como la irrupción del sida sea apenas un oscuro referente en conciencias juveniles que de modo tan confuso y perplejo viven la intensidad de un momento que creen irrepetible. Hari Sama captura con acierto ese desasosiego adolescente e invita a contemplar, a distancia y de modo muy sereno, los saldos de esa efímera e intensa aventura de la cultura marginal de aquellos años. Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 16 y 21 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1