e cumplen 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci y el Louvre de París le rinde homenaje con una exposición que reúne 162 de sus obras procedentes de Italia, Alemania, Rusia, Inglaterra y Estados Unidos. Esperan que la visiten 500 mil personas. Ese museo posee la mayor colección de pinturas y 22 dibujos del italiano.

La idea es mostrar cómo la investigación que hacía Leonardo del mundo fue el instrumento de su arte y le dio vida a sus pinturas. Para decepción de muchos, no están las más conocidas. La Mona Lisa sigue en su sitio cercada por miles de turistas tomándose una selfi con ella al fondo. Ni siquiera el San Sebastián descubierto en 2017 y que el gobierno francés evitó subastar.

Mas por medio de tecnología infrarroja que revela secretos y múltiples capas de las obras terminadas, se aprecian las ausentes y los métodos de trabajo del pintor, científico, ingeniero militar, inventor, humanista. Para Leonardo, la pintura era la ciencia suprema que le permitía representar al mundo.

En paralelo, el Grand Palais se luce con el Greco, el último maestro renacentista y el primer gran pintor del Siglo de Oro. Es la mayor retrospectiva dedicada en Francia a la vida y obra de Doménikos Theotokópoulos (Candía, 1541-Toledo, 1614). Se exponen 69 óleos prestados por museos de varios países y coleccionistas privados.

En una espectacular puesta en escena, reúne obras calificadas de precubistas y muestra al aprendiz de arte bizantino que logra conjuntar en Venecia y Roma el color de Tiziano y Tintoretto y el estilo de Miguel Ángel.

Calificado como el pintor de los escritores (lo elogian Ortega y Gasset, Apollinaire, Hemingway, Cocteau, Malraux), influyó en Picasso, Cézanne y Bacon. La originalidad del greco-toledano consistió en unir tradición y modernidad y ser responsable del nacimiento de la pintura moderna en Francia.

De Leonardo, el Greco escribió: ‘‘Como buen florentino, le gustaban más las palabras que los actos’’, aludiendo a su reputación de no terminar jamás sus pinturas.