Violencia en el norte // Los afanes de Trump
iempre que el argumento de imponer la democracia no les funciona a los gobiernos estadunidenses, el terrorismo aparece como el justificante perfecto para respaldar sus invasiones.
En los días recientes hemos visto una serie de actos de violencia extrema en la frontera norte del país, que se empiezan a calificar de terrorismo
, palabra que acompañada del atentado a una familia con nacionalidad también de aquel país, solventan no sólo la bondadosa
amenaza de invasión, sino la acusación que pretende hacer ver a este gobierno como incapaz de resolver los asuntos graves en su territorio.
Se pueden decir muchas cosas, pero lo que se tiene enfrente es una cadena de agresiones en contra de la administración de Andrés Manuel López Obrador, que van desde el discurso interpretado por las mayorías como un primer paso hacia un golpe de Estado, hasta la promesa de una invasión buena
de cuates, que fulmine al gobierno actual.
Es necesario hacer una reflexión sobre lo que sucede: hoy, por ejemplo, se da la noticia de que en Ciudad Juárez el crimen organizado quemó al menos nueve vehículos, esto después de que Donald Trump pidió permiso para invadirnos, lo que refuerza la idea de que el conflicto es irresoluble y que se requiere de otras fuerzas para solucionarlo.
Pero esto parece un sinsentido. El crimen organizado, creemos, lo único que nunca podría alentar es la intervención de una fuerza que lo sometiera. Es brutal, pero no suicida, por lo que estos actos –tanto el atentado en contra de la familia Le Barón, como la quema de vehículos en Ciudad Juárez– no parecerían una fechoría más del narco.
Sin embargo, los hechos sí llaman al argumento de falta de eficacia para acabar con un problema que parece despertar el apetito de Trump por meter la mano en el país.
No es posible olvidar, tampoco, que los cambios que ha puesto en marcha López Obrador han lastimado, seguramente, los intereses de muchas compañías de aquel país, donde se puede hacer de todo, menos atentar contra una empresa.
En política, se ha dicho hasta el cansancio, no hay casualidades, aunque existan las causalidades. Insistimos: el país vive momentos de emergencia y este gobierno debe irlos resolviendo, pero si aceptara ayudas extranjeras sería, al final, otro problema por resolver. Así que como reza el dicho: más vale solos...
De pasadita
El Congreso de la ciudad está convertido en una calamidad. Mientras las tribus dominantes –de Valentina Batres, que ha hecho de la democracia de la 4T su patrimonio personal, y de José Luis Rodríguez, que trabaja sin denuedo por Ricardo Monreal– destruyen el muy poco patrimonio de credibilidad que le queda a este órgano legislativo, hay otras manos que se han metido a fondo con la anuencia, o sin ella, de la jefa de Gobierno.
El consejero Jurídico del gobierno, Héctor Villegas, acompañado de la inmensa ineptitud, si así se le puede calificar, para no ser amarillistas, de la labor de Néstor Vargas, a quien se le encomendó la asesoría de programas estratégicos del gobierno, han metido la mano en la labor del Congreso y han logrado pervertir una buena parte de los trabajos que realizan los diputados.
Hoy se habrá de discutir la ley de planeación que toca casi todos los ámbitos de gobierno. Villegas se encargó, junto con Vargas, de meter una iniciativa diferente a la que, al parecer, ya se había discutido, y nos dicen que sin que Claudia Sheinbaum estuviera enterada del todo de las propuesta que, se supone, ella propone. Caray, la cosa no está fácil.