La terna de candidatos a la presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) no resulta satisfactoria porque nunca se revelaron los criterios que llevaron a su integración, pero también porque ninguno de los finalistas cumple con los requisitos de trayectoria propia y cercanía real con las víctimas, señalaron organizaciones civiles.

Édgar Cortez, investigador del Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, afirmó que aunque el proceso de designación tuvo un inicio razonablemente bueno, con transparencia e información suficiente, la segunda parte fue totalmente diferente, pues en el grupo final de aspirantes no se incluyó a ninguno de los personajes que destacaban más.

“La historia iba bien, pero tuvo un final muy desafortunado, lo cual es lamentable porque a las organizaciones civiles nos hacen vivir algo que parece más simulación que un proceso participativo, a pesar de los diálogos y los acuerdos construidos. […] La terna parece venir de una negociación cupular donde se incluyó a candidatos que no eran aptos ni idóneos”, lamentó.

De acuerdo con el especialista, Rosario Piedra no ha demostrado contar con una trayectoria propia, Arturo Peimbert tiene muchos señalamientos negativos por parte de grupos feministas y José de Jesús Orozco carece de vínculos con los grupos de la sociedad civil. Al mismo tiempo, aspirantes como Michael Chamberlin, que tiene una carrera sólida tanto en la academia como en la cercanía con las víctimas, no fueron tomados en cuenta.

Con un proceso tan cuestionado, dijo Cortez, lo mejor sería que el Senado revele la calificación que obtuvieron los 57 aspirantes a dirigir la CNDH, para asegurarse de que se está eligiendo a los mejor evaluados, y presente una nueva terna con esa metodología, en vez de hacer negociaciones partidistas. Si no es así, alertó, el nuevo ombudsperson llegará al cargo sin autoridad moral.

Por su parte, Jorge Fernández, abogado del colectivo de derechos humanos Indignación, coincidió en que debería garantizarse que en la terna final se incluirá a los más aptos, pero no sólo en conocimientos teóricos, sino también en su cercanía con las víctimas y las distintas realidades del país.

Esperemos que el criterio no sea político ni de cuotas, sino que se privilegie la experiencia, la capacidad y la sensibilidad en derechos humanos; por lo que veo, no se cumple este requisito, que debería ser uno de los primeros para dirigir la comisión pública más importante y con más recursos a escala mundial, consideró.