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Penultimátum

Francisco Franco visto por Picasso

E

l prior del Valle de los Caídos, monumento-basílica que mandó construir Francisco Franco para que allí lo enterraran, no entendió el mensaje de silencio con que el Vaticano apoyó retirar de allí el cadáver del dictador. Estaba desde 1975. El monje benedictino Santiago Cantera hizo de la basílica su feudo y dijo que no permitiría la entrada al templo de las autoridades. Amenaza inútil: Franco ya no está allí rodeado de los restos de 33 mil ciudadanos asesinados durante su régimen.

En el lugar donde ahora reposa el cuerpo del ‘‘Caudillo por gracia de Dios’’, Ramón Tejero, hijo del general golpista Antonio Tejero, alabó al ‘‘católico ejemplar, el humilde servidor de Cristo Redentor, y su entrega generosa y sacrificial de su ser a Dios y a España’’.

Y añadió: ‘‘Nosotros no podemos comprender la gran afrenta que algunos están haciendo con sus restos mortales, pero él lo asumiría como un sacrificio más por Dios y por España. Dichoso es Ud. Excelencia por su compasión y su entrega a los más desfavorecidos en momentos de extrema necesidad, por implantar la Justicia Social en nuestra Patria, por dar traba-jo, vivienda y sanidad a todos. Hoy lo recordamos como lo que fue en esta vida mortal, un Bienaventurado’’.

Muy distinto vio Pablo Picasso al sátrapa. En 1937, en plena Guerra Civil, el artista realizó Sueño y mentira de Franco, dos grabados compuestos por 18 viñetas. Lo dibujó como a un ser grotesco, acomplejado y monstruoso. Lo representó, espada en mano, caminando de puntillas sobre un alambre, mientras del extremo de su enorme miembro viril colgaba un motivo religioso.

Lo disfrazó de mujer, con mantilla, peineta, abanico y largos tacones; lo colocó arrodillado sobre un reclinatorio, con el sable de general colgado del cuello y sus órganos sexuales disminuidos; y lo retrató expulsando sapos y culebras por la boca.

Esos dibujos son precursores del Guernica. Se exhiben temporalmente en el magno museo de la Fundación Vuitton, en París.

No es el Franco ‘‘bienaventurado’’ el que recordará la historia. Será el de Picasso.