ajo el volcán –El Popo– montaña azucarada, ombligo maternal reluciente –¡Qué pides niño desde tan lejos!–, se encuentra perdido el muñequito olvidado en ríos de alcohol, o bien, calaveritas vestidas de bellas catrinas, luces de colores naranjas, limones, mandarinas.”
Tradición de bebés perdidos cubiertos de pan de muerto, calaveritas, buñuelos enmielados que devoramos estos días. Deseo insatisfecho de endulzar las pérdidas de bebés que no nacieron o nacieron y no alcanzaron a vivir. La pregunta es: ¿existe unacomunicación entre los bebés perdidos y el espanto de la violencia de las últimas décadas?
Malcolm Lowry con sensibilidad exquisita captó el drama traumático de los mexicanos que endulzamos la muerte y nos embriagamos de ella… Su novela Bajo el volcán es búsqueda no del padre –sólo máscara–, sino de la madre presente ausente.
‘‘El Día de Muertos de 1938 es una jornada aciaga para el ex cónsul británico en México. Geoffrey Firmin, un hombre alcohólico, arruinado por los fantasmas de su mente y de su pasado y cuyos oscuros sentimientos de culpabilidad alimentan una soterrada voluntad de autodestrucción.
‘‘Durante las 24 horas en que transcurre la novela, en un México que simboliza al tiempo el paraíso y el infierno terrenales, se suceden alejamientos, malentendidos y encuentros conflictivos, y hasta violentos, con personajes de toda índole. Un funesto augurio –un indio moribundo– al borde de un camino da la primera señal de alarma que empalma la parábola del buen samaritano (Lucas, 10, 25-37). Mientras que Geoffrey, cada vez más ensimismado, naufraga lentamente en sus delirios etílicos.”
En Bajo el volcán se encuentran los escritores que han reflexionado sobre el libro escrito por un extranjero que nos ubica: Raúl Ortiz y Ortiz (su traductor al español), Roberto Escudero, Santiago Ramírez, Juan Villoro, Patrick Deville, Ernesto Lumbreras, Teresa Huntington, Isaí Moreno, Antonio Ortuño, Eduardo A. Par, Francisco Rebolledo, Daniel Salinas, el sicoanalista francés Jean Alouch, Miguel Morey, Carlos Antonio de la Serna y algunos más…
Por otra parte Días de luto, de José Revueltas, y Pedro Páramo, de Juan Rulfo, siguen la línea de buscar al padre perdido… al igual que El laberinto de la soledad, de Octavio Paz. Tenemos tanta madre que acaba perdida.