La institución es perfectible y tiene que mejorar, afirma el ombudsman
Los ataques del Ejecutivo, más que afectar al comisionado, han dañado el diálogo entre las instituciones y a las víctimas, señala. Nos vamos con la conciencia tranquila, pero no satisfechos, pues la crisis de derechos humanos que se viene arrastrando desde hace años es lacerante
Miércoles 30 de octubre de 2019, p. 17
El diálogo entre la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no fue el mejor, porque el titular del Ejecutivo utilizó calificativos excesivos
contra el organismo, que estuvieron basados, quiero pensar
, en la desinformación, expresó el ombudsman Luis Raúl González Pérez.
Esos ataques, más que afectarlo a él, han dañado el diálogo entre las instituciones y, sobre todo, a las víctimas, detalló en entrevista con La Jornada, en la cual hizo un balance de su gestión, que está a unos días de concluir.
En la charla, consideró que las tensiones no se han dado únicamente con la actual administración federal. Las tuvo también con Enrique Peña Nieto, y sortearlas ha sido parte importante de las tres décadas de historia de la comisión, debido a que los presidentes no han entendido que el ombudsman no es un adversario
, sino que su papel es coadyuvar en la solución de los problemas y ser incómodo
cuando haya violaciones a los derechos humanos.
El noviembre de 2014, González Pérez fue designado por el Senado para encabezar la CNDH. Al tomar posesión del cargo, aseveró que no buscaría la relección a fin de no politizar su labor. Hace unos días, algunos representantes de la sociedad civil y la academia lo animaron a cambiar esa postura; sin embargo, refrendó su compromiso inicial y decidió no participar en el nuevo proceso. En la entrevista, señaló que la áspera relación con el Ejecutivo federal fue un elemento más para tomar esa decisión y con ello abrir paso a una nueva etapa de diálogo.
–¿Cuál sería el balance de su gestión?
–Es una comisión más visible, que pudo ejercer su autonomía e independencia frente a dos gobiernos, pudo retomar el diálogo con organizaciones civiles y estrechar la interacción con los organismos internacionales. Le apostamos a la prevención, buscamos incrementar el nivel de fundamentación de las recomendaciones y estar siempre del lado de las víctimas. Nos vamos con la conciencia tranquila por haber hecho el mejor esfuerzo. Esto no quiere decir que nos sintamos satisfechos, porque los desafíos son enormes, y la crisis de derechos humanos que se viene arrastrando desde hace años es lacerante.
–Si usted no fuera el titular de la comisión, ¿qué críticas le haría al trabajo de la CNDH?
–Como toda institución, la CNDH es perfectible y tiene que mejorar, [pero] los asuntos que ingresan al organismo son cada vez más complejos y esto hace que la institución se tenga que replantear parte de sus procesos para buscar ser más oportunos. Quien me sustituya deberá revisarlos, porque a veces el día a día lo consume a uno. En estos cinco años, se recibieron 22 mil 373 expedientes, 20.7 por ciento más que la administración anterior, y 85 por ciento más que la ulterior.
–Una de las críticas es la tardanza de las recomendaciones, pero la de las estancias infantiles salió rápido y se dice que para atacar uno de los programas del nuevo gobierno. ¿Fue político?
–La chamba de la CNDH es como la del cohetero: siempre le chiflan, lo hagas de una u otra manera. En el caso de las estancias infantiles había 5 mil madres quejosas. La CNDH no es política, sólo responde a la forma en que integra sus expedientes, al trabajo de las visitadurías, nunca estamos en función de tiempos. Es una labor institucional, no hay que llevarla a los planos personales.
–Otra de las críticas fue la acción de inconstitucionalidad que presentó por la ley de salarios. ¿Utilizó a la CNDH para litigar un asunto de carácter personal y defender su sueldo [154 mil pesos, de acuerdo al Manual de Percepciones de Servidores Públicos de la CNDH para 2019]?
–Falso de toda falsedad. Tiene que haber racionalidad y austeridad, salarios decorosos pero no excesivos. Coincido con muchos de los postulados del actual gobierno, pero hagámoslo por los canales del derecho.
He presentado más de 250 acciones de inconstitucionalidad (ante la SCJN) no pensando si beneficio de A o B, sino en favor de la constitucionalidad y convencionalidad. Mi actuar nunca ha sido en el ámbito personal, sino en la búsqueda de que se cumpla ley.
–¿Por eso se da la ruptura con el Presidente?
–No quiero hablar de ruptura. Las diferencias de puntos de vista deben solucionarse con diálogo, pero uno respetuoso, sin descalificaciones, sin estigmatizaciones, que no lesione a las instituciones. La CNDH con sus recomendaciones no busca dañar a las instituciones y sus pronunciamientos siempre son con respeto.
–¿Pero los comentarios del Presidente fueron respetuosos?
–Sus calificativos a la CNDH fueron excesivos, se excedieron porque lastiman a la institución, no a González Pérez. Los moretones se borran, pero las instituciones tardan más en sanar, y a quien se lesiona en todo caso es a las víctimas. Las denostaciones también pueden perjudicar si vienen desde arriba.
–¿Cree que esos calificativos venían de una animadversión hacia los organismos autónomos o por un desconocimiento?
–Quiero pensar que no le informaron adecuadamente al señor Presidente. En el caso de la recomendación sobre estancias infantiles, la primera propuesta es crear un modelo que permita atender el interés superior de la niñez. Pero tal vez no le supieron informar adecuadamente al Presidente. Los calificativos conjuntos de cuatro dependencias (a las que se dirigió la recomendación) fueron prácticamente los mismos, hubieran firmado un escrito conjunto, y no ayudan a las instituciones. Nosotros dimos datos, fundamentos y argumentos. Obtuvimos descalificaciones.
–¿No se postuló a un segundo periodo por esa falta de diálogo?
–Lo había anticipado [al tomar posesión para su primer periodo], pero cuando representantes de la sociedad civil me pidieron que reconsiderara, opté por dejar espacio para esa construcción del diálogo, que se ha visto disminuido. Hay áreas [del gobierno federal] con las que se ha mantenido, pero hay otras en las que debe fortalecerse.
–De no darse esos roces con el Presidente, ¿habría considerado escuchar las voces que le pedían que se quedara?
–Hubiera sido una consideración adicional. Pero al final, como lo dije en mi carta, también pesaba la congruencia de mi palabra.
–Ante esa falta de diálogo, ¿hay riesgo que la CNDH quede debilitada?
–No, el espacio que se abre en la renovación de la CNDH posibilitará que se fortalezca el diálogo. Siempre busqué la interacción, la colaboración, la coordinación. Claro, cuando tenía que pronunciarme lo hice, con el anterior gobierno y con éste. El ombudsperson de hoy no es diferente al que fue con el presidente Peña.
–¿Qué puede pasar si su sucesor no se plantea ser incómodo cuando haga falta?
–Quiero ser optimista. El Senado tiene una gran responsabilidad de elegir a quien conducirá los destinos de una institución atendiendo los principios de París, que es el ejercicio de la autonomía. Si no se ejerce la autonomía, los que pierden son las víctimas.