Los temas que El príncipe de la canción hizo clásicos son muchos, tantos como los timbres de voz que los interpretaron en el Parque de la China de la colonia Clavería. Cada pieza que tocaba el mariachi era cantada por todas las personas congregadas desde temprano en el lugar.

Vestidas y peinadas como si fueran a una fiesta de salón, las mujeres eran las más numerosas. Los seguidores del cantante mexicano celebraron su regreso al barrio que lo vio crecer.

Desemplovaron discos

Para expresar su admiración por el intérprete de Almohada, hubo quienes desempolvaron sus discos; otros llevaban fotos y playeras; todos cantaban y buscaban el mejor lugar para estar cerca de José José.

Frente al escenario, montado en la calle Ignacio Allende, muy cerca de la estatua del intérprete, una valla separaba a la gente del camino por el que pasaría la carroza fúnebre.

Mientras tanto, las personas seguían aglomerándose. Con el objetivo de mantener el orden, el gobierno de la Ciudad de México desplegó un centenar de cuerpos policiacos. Los uniformados también parecían felices de asistir, algunos hasta platicaban con las personas que se encontraban cerca de los barrotes.

Había también familias jóvenes, parejas, e hijos que llevaban a sus padres. Asimismo, había señoras en silla de ruedas o que cargaban cilindros de oxígeno. No faltaron los vendedores ambulantes: unos ofrecían bebidas y helados para mitigar el calor, otros, flores y fotos del cantante. La música y las historias estaban por todas partes.

Mientras el mariachi tocaba El amor acaba, una mujer llamaba a alguien para decirle que ésa era su canción favorita. Cerca de ahí, un joven contaba a sus amigos cómo había logrado faltar a su trabajo para ir a ver al cantante. Uno de ellos, en tono de aprobación, comentó: era el último de los buenos.

En el Parque de la China hubo también porras. Sí se pudo, sí se pudo, gritó varias veces la multitud haciendo alusión al hecho de haber logrado traer los restos de José José a México. Otras de las proclamas más escuchadas fueron las que mostraban su rechazo a la hija menor y a la viuda del cantante, Sara Sosa y Sara Salazar, debido al hermetismo con el que mantuvieron la información sobre el fallecimiento de José José.

Lo reciben con una ovación

Unos minutos después de las tres de la tarde arribaron los restos del intérprete. Primero, una escolta de la policía capitalina; después, la carroza fúnebre, y detrás una camioneta en la que viajaban los hijos mayores de El príncipe de la canción, Marysol y José Joel, y su ex esposa, Anel Noreña.

Entonces, vecinos y visitantes ofrecieron una ovación. Los gritos y aplausos dedicados al intérprete sonaron por toda la calle. Algunos, más que ver, se conformaron con vivir el ambiente.

José Joel y Marysol subieron al escenario y agradecieron el apoyo y cariño de los mexicanos. “Estamos aquí, gozosos y en júbilo, porque nuestro príncipe regresa a su casa (…) Ya descansa y nosotros aquí lo estamos festejando”, sentenció enérgico el primogénito del cantante.

Poco después, se les unieron Laura Núñez, ex mánager del intérprete y Anel Noreña, quienes también expresaron su gratitud a los presentes. Ahí, José Joel complació a los asistentes con Lo pasado, pasado.

Luego de algunos minutos de vítores, la familia del cantante se retiró del lugar mientras sonaba Las golondrinas. Se dirigió al Panteón Francés para depositar los restos de José José junto a los de su madre.

El Parque de la China comenzó a vaciarse, pero muchos se quedaron. Varios querían cantar, contar sus historias, recordar. Una vez que disminuyó la seguridad, hubo incluso quien se atrevió a sacar un trago y beberlo a escondidas en honor a El príncipe de la canción.