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Voces de la Tierra

En memoria de Francisco Toledo

E

xcelente título para expresar el profundo significado de las lenguas indígenas, tema de la exposición que presenta el Museo Nacional de Arte (Munal). La muestra se suma a las diversas conmemoraciones por la designación de parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) de 2019 como el Año Internacional de las Lenguas Indígenas.

La declaratoria busca llamar la atención sobre la amenaza de su desaparición en muchos países. Esto es sumamente grave, ya que como afirma Miguel León Portilla, cuando muere una lengua la humanidad se empobrece porque se apaga una manera de ver el mundo.

La lengua refleja formas particulares de apreciar la vida, la naturaleza, lo sobrenatural, guardan conocimientos vastos y complejos que se han desarrollado por miles de años, fundamentales para la cultura e identidad de los pueblos originarios.

La Declaración de la Unesco sobre Pueblos Indígenas establece que tienen derecho a revitalizar, utilizar, fomentar y transmitir a las generaciones futuras sus lenguas, tradiciones orales, sistemas de escritura y literaturas.

Un punto relevante es que dispone que los Estados adopten medidas eficaces para proteger este derecho, incluida la oferta de servicios de interpretación en procedimientos políticos, legales y administrativos. También señala que los pueblos indígenas tienen derecho a establecer sus sistemas educativos y medios de información en sus propias lenguas.

En México estamos lejos de lograr estas acciones indispensables para preservar la riqueza que significan nuestras 68 lenguas indígenas, lo que nos coloca entre las primeras 10 naciones con más lenguas originarias.

Las estadísticas nos dicen que hay casi 7 millones de hablantes de alguna lengua indígena y más de 25 millones de mexicanos se reconocen como indígenas, la mayoría se localizan en el sureste del país.

La exposición Voces de la Tierra reúne 180 obras de arte que muestran la importancia de las 11 familias lingüísticas de México y sus variantes, muchas de ellas en peligro de desaparecer.

Se exhiben pinturas, esculturas, rebozos, materiales audiovisuales, fotografías, textiles y dibujos que enseñan de manera tangible la historia, tradiciones, costumbres y herencias culturales de los pueblos indígenas.

La exposición se divide en siete ejes temáticos que muestran obras procedentes del acervo del Munal y de colecciones públicas y privadas, lo que permite apreciar trabajos que nunca se han visto. Así, vemos pinturas extraordinarias de la colección del museo de artistas como José María Velasco, José Clemente Orozco, Carlos Mérida, Ramón Cano Manilla, litografías de Claudio Linati y serigrafías de Carlos Mérida, entre otros.

Junto a éstas vemos fotografías maravillosas de Tina Modotti, Walter Reuter, Graciela Iturbide, Pedro Valtierra, Bob Schalkwijk y además Xawery Wolsky.

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) prestó el facsímil del lienzo 2 del Códice de Tlaxcala, resguardado por la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia doctor Eusebio Dávalos Hurtado.

La muestra cierra con No hay lengua sin pueblo, que exhibe arte indígena contemporáneo de artistas que han innovado la producción plástica y visual de México. Algunos de ellos son: Francisco Toledo, Rufino Tamayo, Maruch Santíz y Maricela Gómez.

Esta reseña es una probadita de lo que van a poder disfrutar si se dan una vuelta por la exposición y de paso echan un vistazo a varias de las grandes obras que custodia el museo y que estaban embodegadas. Ahora su dinámica directora, Carmen Gaitán, las ha sacado a la luz.

Como el bolsillo anda estrecho vamos a La Capilla, el restaurante del hotel Gillow, en Isabel la Católica 17, esquina Cinco de mayo –el más antiguo de la ciudad (1875)– a comer su menú del día: económico, generoso y sabrosón.