El alcalde es renuente a aventurar un porcentaje de avance en la reconstrucción, pero pretende concluirla antes de 2021
Viernes 20 de septiembre de 2019, p. 40
Jojutla, Mor., ¿Cómo le digo que estoy? Nomás véame
. Apoyado en un bastón Hipólito Bautista, 71 años de edad, asume, con alta dosis de melancolía, el destino emanado desde aquella sacudida inolvidable de 2017 que sepultó gran parte de la colonia Zapata y junto con ella, a su mujer Victorina. Ese mediodía, ella terminó debajo de la casa que se le vino abajo y con una viga atravesada en el cabeza que la mató fulminantemente.
Lamenta el azar que la vida le deparó desde ese mediodía en que murieron 27 personas, consecuencia de aquel sismo que sacudió a Jojutla para sumergir buena parte de ella en ruinas, una coyuntura de la que esta comunidad no termina de salir. Desde entonces la economía no camina como antes y la gente lo resiente en la cotidianidad de sus vidas: no hay mercado, no hay dinero.
La aflicción que arrastra Hipólito por la muerte de Victorina le impide valorar que es uno de los que ha tenido más suerte en la Zapata, un barrio que resintió la mayor devastación: en medio de su tristeza, su casa ha sido ya reconstruida.
En la Zapata se cayeron cuadras completas
, afirma Enedina Villalba quien tuvo la suerte que en esa ocasión regresaba del vecino poblado de Chiconcuac. Venía en el autobús dormida. Me desperté por los gritos de las mujeres. Cuando abrí los ojos sólo vi casas y bardas tiradas por todos lados
, recuerda mientras espera el comienzo de la misa que conmemora el más trágico suceso del que se tenga memoria en esta comunidad.
Apenas concluido el acto (laico) conmemorativo del suceso, el alcalde Juan Ángel Flores es renuente a aventurar un porcentaje de avance en la reconstrucción. Es diferente en cada caso
. Su pretensión es concluir la reconstrucción de Jojutla antes del final de su periodo, en 2021. Difícil conjeturar si sus augurios se cumplirán, pues la reconstrucción del poblado avanza a ritmos diversos y aún no comienza en el palacio municipal, apuntalado para que no se venga abajo en lo que se consigue dinero para su restauración.
Apoltronada en un banco debajo del improvisado refugio de plástico que ha colocado en el centro de lo que era su casa, ahora convertida en un lote baldío, Tomasa Irasoque, ya entrada en años, identifica en el sismo de aquel 19 de septiembre el origen de toda una serie de calamidades:
La indefinición de trámites le impiden reconstruir su casa en medio de una madeja burocrática; las tensiones generadas por la tragedia precipitaron la muerte de su marido y los padecimientos se le acumulan amenazando ya con colapsar su salud.
–¿Qué le dicen que tiene?
–Dicen que todo es por la depresión, responde. Una depresión que le ha disparado la presión, le provocó un agudo glaucoma que podría derivar en que le estalle el ojo y ahora ya camina con andador, donde descansa su voluminoso cuerpo. Aunque su fragilidad la tiene al borde del colapso, religiosamente regresa todos los días a este baldío, empeñada en reconstruir su casa aunque ni Slim (la fundación del Grupo Carso) ni el gobierno
, le terminan por definir quin se hará cargo de financiarla.
Mire, esta era mi casa
, agrega al tiempo que muestra una fotografía del número 629 de la avenida 18 de marzo. Desde el predio de su propiedad se puede advertir el ritmo acelerado de reconstrucción de la casa de enfrente: la obra negra ya concluyó, ahora se avanza en los acabados.
Es la muestra del ¿caprichoso? ¿azaroso? proceso de reconstrucción en Jojutla. En muchos casos, la rehabilitación de viviendas depende de superar las indefiniciones burocráticas o deshacer las confusiones legales acerca de la autenticidad de la propiedad que afloraron con el terremoto.
Póngale así nomás, Pedro
, responde un hombre que observa con paciencia la edificación de la iglesia de la Santa Cruz. Una obra que comenzó desde los cimientos porque la original –que distaba del concepto modernista que ahora tendrá–, se convirtió totalmente en escombros.
El relato de su vida es casi idéntico, en sus secuelas, al de la mayoría de los damnificados: el sismo no ha terminado de sacudir sus días.