n julio pasado, Donald Trump dijo que tomaría ‘‘acciones sustanciales’’ contra Francia por aprobar un impuesto de 3 por ciento sobre los ingresos de los servicios digitales de las compañías estadunidenses Google, Apple, Facebook y Amazon. El gobierno de España anunció uno similar.

Según Trump, su país es el único que les debe cobrar impuestos. Y como represalia por ‘‘la estupidez del presidente Macron’’, sugirió elevar los impuestos al vino francés, pues ‘‘¡siempre he dicho que el de origen americano es mejor!’’

Los países que integran la Unión Europea aún no acuerdan una tasa digital sobre las ganancias de esas grandes empresas, que obtienen allí utilidades multimillonarias, aunque su presencia física está en paraísos fiscales. Como Google, una de las trasnacionales más rentables del mundo. En algunos países declara tener pérdidas. Lo hace porque factura desde Irlanda. En cambio, en su última reunión los países del G-7 acordaron gravara dichas compañías.

Y mientras Trump no volvió a tuitear sobre imponer tasas al vino francés, las grandes tecnológicas ocupan hoy la atención de los legisladores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Piden a Google, Facebook, Amazon y Apple, los mensajes y cualquier información interna que hayan intercambiado sus directivos.

Buscan evidencias para demostrar que se unieron a fin de evitar la competencia de otras empresas. Todo indica que sí estuvieron coludidas en prácticas monopólicas y serán sancionadas con multas sin precedente.

En el caso de Google, investigan productos y servicios de su plataforma, como YouTube, DoubleClick, Waze y Android. En el de Facebook, en las compras de Instagram, WhatsApp y Onavo. En Amazon, su política de precios y las comisiones que cobra a terceros vendedores. Y de Apple, su tienda de aplicaciones.

México continúa sin aprobar una ley que obligue a esas poderosas compañías a pagar al fisco por las elevadas ganancias que obtienen en nuestro país.

¿Temor a una posible represalia económica de Donald Trump?