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Ver día anteriorDomingo 15 de septiembre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Gemas cuernavacenses
E

n una bonita colonia de la cálida Cuernavaca se encuentra Teopanzolco, El lugar del templo viejo, una zona arqueológica cuyos orígenes se remontan al posclásico medio. Los restos arquitectónicos y cerámicos muestran lo que a lo largo de los siglos se reconstruyó y amplió en varias ocasiones para llegar al posclásico tardío.

Es probable que los primeros pobladores hayan sido tlahuicas; a la llegada de los españoles la cultura dominante era la de los mexicas. Por desgracia, al crecer la ciudad, muchos vestigios fueron destruidos. Sólo se conserva una pequeña zona con mucho encanto, aunque ahora sólo se puede admirar de lejos.

Un buen mirador es el Centro Cultural Teopanzolco, que se encuentra a un costado, construcción contemporánea que diseñó el despacho del arquitecto Isaac Broid. El edificio se desenvuelve a través de dos elementos, una planta triangular con el área pública: vestíbulos, servicios, taquillas, guardarropas y auditorio; lo rodea una plataforma que alberga zonas de operación: camerinos, bodegas, el área correspondiente al armado y demás.

La plataforma que rodea la planta triangular sirve como mirador hacia la zona arqueológica y la ciudad. El edificio evoca las grandes construcciones prehispánicas con una serie de patios, uno de ellos se hunde frente a un acceso del auditorio y crea un pequeño teatro al aire libre. El original diseño con amplias escalinatas genera espacios exteriores diversos y abre accesos secundarios dentro del recinto o a la misma plataforma.

El vestíbulo principal tiene aperturas permanentes estratégicamente dispuestas que permiten su ventilación con circulación cruzada, lo que evita el uso de aire acondicionado. Una explanada convierte el techo en un auditorio adicional, al aire libre, que tiene como fondo el sitio arqueológico. Otra cualidad es que incorporan los grandes árboles que hay en el lugar.

La moderna construcción con su inspiración ancestral establece un armónico diálogo entre la vida cultural contemporánea y la presencia del pasado. El proyecto fue de los seis finalistas en el Mies Crown Hall Americas Prize 2018.

Conocimos el lugar en una reciente visita para asistir a la presentación del libro de Pablo Moctezuma sobre Zapata, que mencionamos en la crónica anterior. Ahí tuvimos la oportunidad de platicar con el fotógrafo Antonio Berlanga, quien ha realizado innumerables obras de arte sobre el Caudillo del Sur.

También nos encontramos con Lia Quintanilla, quien preside la corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana y con el cronista de Cuernavaca, el erudito arquitecto Miguel Ángel Betanzos, quien nos dio un interesante recorrido por la imponente catedral que data del siglo XVI.

Es considerada una de las edificaciones más antiguas de la Nueva España que en sus cuatro siglos y medio de existencia ha tenido diversas ampliaciones y cambios, por lo que podemos encontrar prácticamente todos los estilos arquitectónicos y artísticos. El arquitecto Betanzos, que la ha estudiado durante años, nos reveló varios testimonios que dejaron en las viejas piedras los indígenas que construyeron la catedral en el siglo XVI, entre otras, una primorosa Tonatzin que corona el centro de la monumental cúpula gótica que abraza la gran pila bautismal.

Al salir, cruzamos la calle para comer en El Motivo, Manuel Hidalgo 24, encantador restaurancito con mesas en la terraza desde donde se aprecian las cúpulas de la catedral. Pedimos la especialidad: molotitos de Cortés; son bolitas de plátano rellenas de pollo deshebrado bañadas con mole chiapaneco, a un lado, arroz y frijoles. Una exquisitez. Algunos las acompañamos con una copa de vino blanco y otros con cerveza, ambas bien frías.

El postre: pay de guayaba, rinde tributo a esa fruta perfumada que es representativa del lugar por su abundancia. El dueño de El Motivo, Octavio Xavier, nos platicó que a los cuernavacenses les dicen guayabos. Por cierto, nos aclararon que el gentilicio se escribe así, no cuernavaquense, error común.