Opinión
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44 Festival de Toronto
Dos tipos de incoherencia
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▲ El actor Daniel Craig se toma selfies con el público a su llegada para la presentación de la cinta Knives Out en el festival de cine canadiense.Foto Reuters
L

e habíamos perdido un poco la pista al realizador español de origen chileno Alejandro Amenábar, entre que hace películas en inglés –la más reciente, Regression, no vista por mí– y no filma mucho. Ahora ha estrenado en Toronto su filme Mientras dure la guerra (a competir en San Sebastián a fin de mes), que se centra en la figura del escritor Miguel de Unamuno (Karra Elejalde, irreconocible) al inicio de la Guerra Civil Española. Según el guion del propio Amenábar y Alejandro Hernández, bastante apegado a los hechos históricos, Unamuno ve llegar con ambivalencia a las fuerzas nacionalistas a Salamanca, donde él es rector de la universidad.

De ideología contradictoria, el escritor es encarado por su falta de compromiso por sus amigos, un ex estudiante republicano y un masón protestante. Al mismo tiempo, vemos lo que está sucediendo con el apocado general Francisco Franco (Santi Prego), ungido jefe de Estado por el general facho Millán Astray (Eduard Fernández en plan grande), que es como la voz cantante de los nacionalistas.

La película hace evidente estar hablando de un tema muy presente en estos tiempos de ideologías tambaleantes. En la figura de Unamuno, Amenábar cuestiona a los intelectuales que oscilan entre la izquierda y la derecha, de acuerdo con su conveniencia. Por supuesto, al final le llegará al escritor la oportunidad de redimirse, pronunciando un discurso público contra el fascismo en plena celebración del Día de la Raza. Aquejada por algunos momentos sentimentales (acompañados por una partitura cursi, debida al propio director), Mientras dure la guerra es empero un urgente llamado a la coherencia.

Cualidad que no abunda en The Lighthouse (El faro), segundo largometraje de Robert Eggers, que en La bruja (2015) sorprendió con una especie de horror naturalista. Ahora el realizador estadunidense ha hecho una pesadilla febril sobre los dos encargados de un faro, interpretados por Willem Dafoe y Robert Pattinson, en la Nueva Inglaterra de fines del siglo XIX.

Filmada en la proporción casi cuadrada del 1:33 y en impresionante blanco y negro, la película mira hacia atrás en una evocación expresionista de la rivalidad tóxica entre dos hombres, uno de los cuales abusa laboralmente del más joven hasta que éste estalla en una borrachera épica. Si bien hay imágenes sugerentes y momentos divertidos de alucine macabro –a Pattinson, por ejemplo, se le aparece una sirena con vagina gigante– el asunto se vuelve cansino. Fotografiado en claroscuro, Dafoe se vuelve una cruza entre un profeta del Antiguo Testamento y una gárgola medieval. En cambio, Pattinson se ve muy fuera de su elemento.

The Lighthouse fue la sensación de la pasada Quincena de los Realizadores de Cannes y no pude verla por las multitudes que querían hacer lo mismo. Ahora también hubo multitudes en Toronto, pero bien ordenadas en filas, como es el estilo de la casa. Hay tanto que podría aprender Cannes de la civilización canadiense.

Twitter: @walyder