Alumnos de la Escuela Nacional de Teatro montan Travesías en foro del Cenart // Dirección y adaptación de José Caballero
Sábado 7 de septiembre de 2019, p. 3
La obra de teatro Travesías abre un caleidoscopio ante la migración:el cambio de lugar y de esencia. ‘‘¡Nadie tiene derecho a poner cadenas y muros a los sueños!”, se exclama en el montaje, con dirección y adaptación de José Caballero, que desarrolla temporada en el foro Antonio López Mancera del Centro Nacional de las Artes (Cenart).
El tlatoani Moctezuma hablando sobre los migrantes colonizadores y reclamando al rey Felipe de España por los despojos cometidos por sus antepasados, una mujer polaca con su vida hecha en México, una pareja que decide cruzar al otro lado de la frontera para huir de criminales que los han amenazado, una italiana que sueña con franquear los umbrales del universo y un mexicano que adopta la identidad de un estadunidense articulan episodios entrecruzados que el público observa en ese espacio del Cenart.
José Caballero y alumnos de cuarto año de la Escuela Nacional de Teatro, autores de esa obra, se inspiraron en historias de familiares. Con ese montaje se examina el aprendizaje en el periodo escolar. El director de escena explicó a representantes de la prensa: ‘‘Las fronteras son un constructo social que se mantiene únicamente por intereses económicos de la clase dominante. Por esta razón, la migración se vuelve un delito para las personas pobres, cuando en realidad el ser humano ha migrado por milenios debido a que es una condición humana”, difunde la Secretaría de Cultura federal en palabras de Caballero, quien el día del estreno observó el desarrollo de los futuros profesionales del teatro.
‘‘Infinito e inmortal amor que brilla a mi alrededor como un millón de soles que me llaman y me llaman a través del universo”, suena la música con los ojos puestos en las estrellas, la esperanza de esos viajeros en el teatro para que se desvanezcan las líneas imaginarias que nos separan.
Geografía, identidad, lengua y cultura
Carritos de tubos metálicos, como los que se usan en los hoteles y valijas cargadas de esperanzas hacen el juego escenográfico, pues se transforman en cada episodio. El espectador ve a los nueve actores viajar en autobús, tren o avión; estar detenido por migración, ingresar a una iglesia o contemplar la llegada de los conquistadores españoles desde la mirada curiosa de un maya. El tiempo es indefinido, puede ser hace 40 años, el hoy o una conjunción de la modernidad con la época prehispánica.
Los personajes están en constante cambio, no sólo de geografía, sino de identidad, lengua y cultura. Por ejemplo, un joven que sale de la ranchería donde nació con el sueño de migrar al cuerpo de una mujer, y admira a las mariposas por el fenómeno de mutar en seres libres y alados sin necesidad de visas y pasaportes. ‘‘¿Me van a obligar a vivir una vida que no quiero?”, inquiere un personaje con voz de reclamo, con desaliento, al verse traicionado por el azar de nacer en coordenadas mexicanas.
Carentes de visa, sin dinero, sin poder pronunciar palabras en español, pero con el sueño de tener una mejor vida; es así como conocemos las historias de traslado de los personajes que cruzan por México, como ha ocurrido históricamente en el mundo, y ahora cuando cientos de personas esperaron atrapadas en un barco hasta que la compasión les abra la puerta, o en este lado del continente, donde las familias son separadas en campos de detención.
‘‘Las palabras fluyen como lluvia dentro de una taza de papel, se deslizan al pasar, se desvanecen a través del universo”, como cantó el cuarteto de Liverpool, un himno para ensanchar la mirada.
Las funciones de Travesías son de jueves a domingo en el foro Antonio López Mancera del Cenart (Río Churubusco 79, esquina calzada de Tlalpan, colonia Country Club, estación General Anaya del Metro). La temporada concluirá el 29 de septiembre. Entrada gratuita.
