Importación de fructosa agrava el problema
Las exportaciones estuvieron libres de restricciones entre 2008 y 2014
Lunes 26 de agosto de 2019, p. 11
La industria azucarera nacional se debate hoy entre la incertidumbre por el futuro de sus exportaciones a Estados Unidos y la creciente entrada desde ese país de fructosa derivada de maíz a precios de dumping.
La principal agroindustria mexicana encara este año el vencimiento del Acuerdo de Suspensión de Aplicación de Aranceles Compensatorios a las Exportaciones de Azúcar Mexicana hacia Estados Unidos suscrito en 2014 y por el cual sus ventas hacia el país vecino están sujetas, sin embargo, a fuertes restricciones tanto de volumen como de procesamiento.
México cosecha entre 55 y 57 millones de toneladas de caña, de las que se obtienen 6.4 millones de toneladas de azúcar para un valor bruto superior a los 80 mil millones de pesos. Representa 13.83 por ciento del PIB agropecuario y 11.61 del PIB del sector de la industria alimentaria.
Carlos Blackaller, líder de la Unión Nacional de Cañeros, expone: el tema de los edulcorantes es binacional. Sólo entre 2008 y 2014 el azúcar mexicana se vendió sin restricciones a Estados Unidos.
En 1994 –entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte– la importación de fructosa empezó a elevarse y se advirtió que venía –como hasta ahora– vía prácticas desleales de comercio (dumping). México interpuso entonces una controversia comercial y consiguió la imposición de aranceles provisionales para la fructosa e incluso bajó aquí su uso.
Sin embargo, apunta Blackaller, creo que el gobierno dejó perder el litigio, y a partir de 2006 se vio obligado a echar abajo ese impuesto. Desde entonces la fructosa fue tomando mercado interno y hoy alcanza un tercio de los edulcorantes calóricos consumidos en México
.
A partir de 2008 el azúcar nacional entró sin restricciones al mercado estadunidense y se generó un sistema que el dirigente cañero llama de vasos comunicantes
: se importaba fructosa y se mandaba azúcar a aquel país.
Pero en 2014, y ante la exitosa penetración del dulce mexicano, “Estados Unidos se siente amenazado y demanda también por supuesto dumping. Nos juzgan, sentencian e imponen aranceles”.
Y como salida
al conflicto se negocia entonces el acuerdo de suspensión de esas tarifas, pero también se pone fin a la exportación de excedentes en los niveles y condiciones en que venía ocurriendo.
De ese modo, y pudiendo exportar hasta 1.6 millones de toneladas de azúcar, el cupo que hoy impone Estados Unidos es por la mitad, y se prevé que para el ciclo 2019-20, incluso el volumen pudiera ser menor. Ha estado en el rango de las 800 mil toneladas: Con esos acuerdos vivimos y estamos trabajando. Es una relación inequitativa
, lamenta Blackaller.
No sólo eso, frente al interés por conservar sus privilegios, la industria azucarera estadunidense impuso a México (su principal abastecedor entre los alrededor de 40 países a los cuales compra) enviar azúcar crudo
, esto es, como materia prima y no como producto terminado, y allá se realiza la refinación. Esto es, nos la compran barata, le agregan valor y la llevan a su mercado
.
Con los acuerdos de suspensión, a ellos les quedó la mesa servida porque tienen al principal proveedor de azúcar al sur de su frontera, un producto de adecuada calidad, y quien les vende es un país superavitario al que urge sacar su producción, un abastecedor fácil de atender
.
Sin embargo, para la industria mexicana esa negociación fue mejor que nada
, porque incluso sacar en condiciones desventajosas sus excedentes representa 18 por ciento de su producción y lo logra a un mejor precio que la cotización en el mercado mundial.
Blackaller trata de ser optimista: Según nos han dicho, no habrá mucha discusión y los azucareros estadunidenses aceptarían mantener los términos del acuerdo tal como están. Sería peor no tenerlo
.