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Son contratados por un tercero

Afanadores de San Lázaro señalan deplorables condiciones de trabajo

Ganan $4 mil 400 al mes y su única prestación es la inscripción al IMSS

 
Periódico La Jornada
Domingo 25 de agosto de 2019, p. 11

Por jornadas de más de 40 horas durante una semana, 996 mujeres y hombres adscritos a labores de limpieza en la Cámara de Diputados ganan cada mes 4 mil 400 pesos. Además de ese salario, sólo reciben su inscripción en el seguro social. De ahí nada más, ninguna prestación adicional.

Están contratados por medio de una empresa intermediaria de tercerización (outsourcing) llamada Joad. La mayoría tienen escaso nivel de estudios y son mujeres –amas de casa– de edad madura y adulta dedicadas a preservar su trabajo, pues es lo que hay.

El régimen de contratación de los trabajadores de limpieza en la Cámara de Diputados ha resultado de lo más cuestionable por las paupérrimas condiciones en que desempeñan sus funciones, pero sobre todo porque han resultado beneficiadas empresas de un mismo dueño. Tal circunstancia se repite desde la LVIII Legislatura en San Lázaro, cuando Vicente Fox Quesada observó en la tercerización una forma de contratación intermediaria, cuyos principales beneficios recayeran en los empresarios de ese ramo.

Hasta el año pasado operaba una empresa de nombre Riesco y ahora el beneficio recae en la empresa Joad, que firmó un contrato millonario con la secretaría general del órgano legislativo, cuya titular es fruto del nombramiento que hizo Mario Delgado, coordinador de Morena.

Además de limpiar oficinas, áreas comunes y baños –que se convierten en muladares por el alto número de personas que hacen uso de ellos–, los afanadores son utilizados para cargar escombros de las obras de reconstrucción y mantenimiento tras el sismo de septiembre de 2017, remover los troncos de árboles podados y lavar con mangueras y cubetas el estacionamiento subterráneo.

El salario que perciben casi mil empleados de limpieza en la Cámara de Diputados no corresponde con su esfuerzo laboral. Y a eso se agrega que el equipo de trabajo y uniforme (en el que resalta con visibles letras bordadas el nombre de la empresa intermediaria) se entrega una vez al año: botas (si hay del número de la persona contratada), un pantalón y una filipina de mala calidad.

Para comer se les acondicionó desde hace nueve años un rincón de 40 metros cuadrados en el basamento del complejo, a un costado de la puerta 7 de automóviles. Se supone que tenemos una hora para comer, pero los supervisores la recortan a media hora los días de sesión de los diputados. Y déjeme decirle que hay un supervisor de apellido Piña (sólo sé que así se llama), al que si no le cae uno bien le hace a uno la vida de cuadritos, apunta una señora de por lo menos 60 años, quien no deja de reír aunque se trate de hablar sobre las condiciones de su trabajo.

Todos los empleados de la intermediaria Joad ya recibieron la orden de trabajar el domingo 1º de septiembre, cuando la Secretaría de Gobernación entregará el primer Informe del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador: Estamos obligados a venir sin que nos paguen nuestro día de descanso trabajado. Nos van a reponer con dos sábados, interviene otro afanador.

Riesco no liquidó a los trabajadores y sólo los heredó a Joad, por lo que sus condiciones no cambiaron nada.